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Qué bonito, ¿no?... o del peatón en Tuxtla

Frena, acelera, frena, acelera, acelera, ¡¡freeena!! y mientras esto sucede, el tubo que hay como respaldo se encaja en la espalda a cada contracción. Ahí va la combi tuxtleca pite y pite en todas las paradas, el chofer estirando la mano hacia cualquier cristiano que puede resultar un pasajero en potencia, no importando que atrás ya hasta nos reconozcamos nuestras tersas y sudadas pieles de lo amontonados que vamos; ya sin pena ni vergüenza el vecino casi se sube en mis piernas pa’ poder abrirle espacio al nuevo acompañante… ¿Le pasa uno por favor? Si tienes ganas de ir socializando en el transporte público la opción es sentarte en el asiento que da la espalda al conductor, así te tocará ir pasando los pasajes de todas las personas que aborden, esto al menos implica una mirada o un diálogo corto y hasta el roce de manos en la ida y vuelta de monedas, qué bonito, ¿no? de no ser por la tortícolis con que terminas de estar voltee y voltee para dar la respectiva paga al chofer.

El peatón sabe lo vulnerable que es ante la cantidad de vehículos motorizados que recorren la capital chiapaneca, chicos, grandes, rápidos, con o sin conductor responsable o al menos capacitado; por eso cada que pretende atravesar una avenida lo hace desde una esquina y espera pacientemente a que el monito verde se encienda y le dé el paso: primero avanzan los vehículos que van de oriente a poniente, luego los de poniente a oriente, ahora siguen los que van de norte a sur yyy los que darán vuelta de norte a oriente, enseguida los que van de sur a norte…… ahora los que van de oriente a poniente??? ¡¡pero a estos ya les tocó y tú no has podido pasar!! qué diantres, volteas a ver el semáforo y sólo alcanzas a escuchar cómo te habla con una voz amenazadora: “jamás pasarás”… no hay más que armarse de valor para torear a los automovilistas que rara vez le cederán el paso a un peatón, lo sabes de antemano, y que todavía te miran feo si tuvieron que disminuir su velocidad nada más de pensar cómo se abollaría su auto si te atropellara.

Eso sí, la lógica de las calles y avenidas en Tuxtla es muy sencilla, al menos para quien no viaja en coche, porque ni siquiera se preocupa por los sentidos de las calles: hay dos vialidades centrales que dividen a la ciudad, una que corre de norte a sur y otra de oriente a poniente, a partir de éstas se comienzan a numerar el resto de las calles, primera norte, primera oriente, primera poniente, primera sur y así… entonces sólo basta con que sepas contar y ya está, podrás recorrer toda la ciudad a pie, ya si mientras caminas el ocio te invade, puedes ir contando a los fulanitos que van vendiendo dulces y cigarros en sus repisas de madera transportables o a los taxis y combis que te pitan cuando te ven caminando, tendrás material de sobra para entretenerte. Y cuando el calor te invada puedes pararte a comprar un pozol bien frío, esta bebida en general es deliciosa, pero el que hacen en el mercado 5 de mayo no tiene ma…nera de compararse, sin embargo no lo consumas muy seguido, porque a pesar de que con la caminata quemarás calorías, el maíz (ingrediente base del pozol) y la panza se llevan tan bien que hasta forman felices lonjas.
¿Se acuerda? ¡¡antes sólo había quince taxis en todo la ciudad, ahora son miles!!, platicaba un don en el Parque Central… Seguramente esta urbe seguirá creciendo -tiene miras a eso- y seguramente también, entre otras cosas, la conciencia del peatón y del automovilista, así como la logística vial, irán evolucionando conforme al desarrollo de esta capital representante nada más y nada menos que de uno de los estados más hermosos de nuestro país. Caminemos.