Un espacio para compartir ideas, donde sólo la expresión es importante y en el que también se reconoce la obra de otros en Lontananza


Ambar












Valiéndose de materiales tan diversos como el café, el óleo o las cuerdas y utilizando como lienzo hasta una caja de pizzas, Ambar nos comparte su mundo a través de la pintura.

¿Cómo comienzan?

Durante años nos hemos resobado una frase... una frase tan cierta como incomoda: “Todo lo que comienza, termina”. No, no salió de las mentes “guachosqui” (directores de la trilogía Matrix). Es una verdad conocida por la humanidad desde hacía tiempo. Todo cumple un ciclo. Pero, alguna vez se preguntaron ¿Existe lo que no comienza?

Siempre hemos vivido en un mundo donde, lo que no pueda ser captado por los cinco sentidos, no existe. Sólo es parte de nuestras fantasías oníricas. Y cuando pensamos en eso, siempre entramos en la terrible contradicción: Lo que se ve no siempre existe.

Sólo porque algo no está presente en nuestro universo, no significa que no exista. Sólo no ha comenzado...

¡Ah, canijo, ahora resulta que cualquier cosa puede empezar! No necesariamente.

La existencia en otros planos, si bien, no comprobada científicamente, es un punto a tratar en este texto.

¿Existen otros planos? Si la respuesta es sí, entonces lo que sigue no tendrá ningún sentido…entonces, supongamos que no existen. ¿Qué pasa con todo aquello que no ha comenzado?

Todo eso... perdido... en un limbo...amalgamado... tal vez consciente de su existencia, tal vez no...sin saber todavía cuál es su verdadero ser... ahí...esperando algún día poder comenzar a existir... tal vez nunca logre comenzar... sin objetivo, sin identidad, sin definición.

Este texto probablemente estuvo ahí... pero ahora existe, se comenzó a escribir, y quedará plasmado. Ya comenzó, y seguiré hasta que llegue su fin... pero, ¡oh supremos gustos irónicos! No será tan fácil terminarlo. Así que este texto no tendrá un final.

Solo nos resta decir comenzamos…

(Nota del redactor: El creador de este texto murió al terminar esta única hoja... cumplió con su promesa)



Oscar Luján

HAIKÚS, mundos breves.

HAIKÚS...Poemitas que tienen la ventaja de ser concisos, que aspiran a convertirse en remate, en síntesis de un largo proceso de meditación.

A través de estas expresiones surgidas en Japón, conceptos como realidad, vacío, iluminación y conciencia inmortalizan los instantes de la naturaleza que, aunque es la misma para todos, en su pequeñez y su grandeza, su unicidad y multiplicidad simultáneas, sólo es visible para quien tiene la disciplina de ver con todo el cuerpo más que con los ojos.

Los haikús siempre hablan entonces del alma humana, del punto exacto en el que sujeto y objeto desaparecen para dar la relación indestructible que existe entre lo interior y lo exterior, lo pequeño y lo grande, lo blanco y lo negro.

Pero, vaya que es difícil resumir una experiencia espiritual, una visión global del mundo en la brevedad de los haikús,-diecisiete sílabas, distribuidas en tres versos-, por lo que con frecuencia se tiene que recurrir a las licencias poéticas.

El haikú es, debe ser, un alfiler en la conciencia.

Dicho esto, a disfrutar la abstracción de la poesía sintética:

Bajo la montaña
más y más cerca
de la soledad.
MARKO GROSELJ ELSNER

Bosque de otoño-
paso tras paso
susurro tras susurro.
ALENKA ZORMAN


Del viejo vestíbulo
murmuran enmoheciendo
los pasados días
DUSAN VOGLAR


Amor
Corta travesura
De prados cubiertos de nieve.
MIROSLAV BREGAR

Rosadas flores
Palidecen y caen del duraznero
La muerte está cerca.
DOLORES TERSEGLAV

Triste nube.
En trozos jadeos del cielo
Blanco copo de nieve.
ZLATKA LEVSTIK

Papá
¿Cómo el riachuelo en la noche
No duerme?
JURE DETELA

El manantial
Silenciosamente y vivo
Resbala entre los dedos.
TADEJA VIDMAR

*Lontananza reconoce la labor documental de Norberto de la Torre, gracias por acercarnos a los Haikús.

Nuestros Muertos

Hay muertos que matamos luego luego, que cubrimos con olvido forzado en paladas de tierra fresca, muertos que han dejado en las entrañas de la historia heridas profundas que tardan años en dejar de sangrar, bestias a las que el rencor revive en la memoria de lo que no debió ser. Estos muertos se niegan a irse, sobreviven décadas, pero al final queda de ellos un nombre ininteligible en una lápida oxidada.

Y hay muertos que jamás mueren, que solitos van y se posan en una peña a mirar desde la muerte cómo avanza la vida, cómo retrocede o se aniquila; muertos que solitos hablan por la boca de los que les sobreviven, que serán escuchados por los hijos de los que hablan por ellos, y los hijos de los hijos resucitarán a esos que han caído más allá de la noche y los días. A éstos los llamamos Nuestros Muertos, porque de sus huesos pulidos se levantan sueños truncos, sueños que debieron ser, sueños de ti y de mí. Son Nuestros Muertos porque de ellos venimos y hacia ellos vamos.

(Fragmento de "La guerrilla y la esperanza:Lucio Cabañas" de Armando Vega Gil, publicado en la revista eme-equis)

* Puedes leer el texto completo dando click en el título de esta entrada

Amantes perfectos



Idea tomada de "Morir de Amor. Permanencia voluntaria", exposición presentada hace algún tiempo en el MUCA.
***
***
La geometría no tiene ni la más pálida idea de lo
que les sucedió a estos dos enamorados, que han

muerto adentro de un cubo. El amor tampoco sabe
nada, no ofrece respuestas, pero sigue con sus
desesperadas labores: ensamblar caricias, ordenar
sentimientos, unir egoísmos. Matemáticas, ángulos,
coordenadas, emociones que parecen concordar no
significan nada para un beso que nunca fue calculado,
que al parecer nunca dio resultado. La suma en el amor
es una resta, la multiplicación de afectos una errónea
división. También la muerte es inexacta.
Adscha.

El despertar de otro mundo

Las palabras que estoy a punto de escribir muestran mi desesperación por la que será mi inevitable muerte, lo que contaré a continuación carece de detalles debido al horror que me corroe y que ha sido borrado por mi mente para evitar la locura, ansío que sirva como advertencia para cualquier hombre que busca en un libro las respuestas de aquellas cosas que ningún ser vivo tiene el privilegio de saber.

Todo comenzó cuando mi obsesión por aquel escritor de nombre Howard Phillips Lovecraft llegó más allá de leer cada una de sus obras y tratar de conocer el pasado de este literato que le orilló a una soledad inmensa, yo quería conocer más… aún más, lo cual me llevó a conseguir aquel libro maldito, el libro del que tanto hacia referencia: el mítico Necronomicón; cuando logré abrirlo en la soledad de mi habitación sentí aquel estremecimiento de pavor que se escurría por mis dedos e inundaba mi cuerpo, sabía que en mis manos tenía aquel poder del que tanto Lovecraft había alucinado. Pero lo que yo buscaba era realmente saber si este texto podía conducirme a conocer aquellos demonios y situaciones que había relatado Lovecraft en sus obras. Lo leí con minucioso detalle, intenté comprender hasta el más pequeño dato de aquellas palabras, sin importarme las advertencias que se encontraban en el mismo.

Después de terminar de leer aquel texto me decidí cruzar aquel umbral; entraría en los pórticos del conocimiento, aquellos que relata Lovecraft en el cuento de “A Través de las Puertas de la Llave de Plata”, aquellos pórticos que me darían la eternidad a lado de los dioses primigenios como Cthulhu y Azag-Thoth. Posteriormente de haber aprendido la pronunciación de aquellas palabras de la cultura sumeria antigua comencé a hacer aquellos ritos preliminares para obtener la vida eterna, siempre a lado de los libros de Lovecraft y el Necronomicón del Árabe loco Abdul Alhazred. A partir de ese momento comenzaron aquellas pesadillas que fungirían como advertencia pero que yo me negué a aceptar como tal, no sé a ciencia cierta lo que soñaba, pero sé que era un sueño aterrador, pues despertaba gritando de horror y sólo podía recordar aquellos tentáculos aproximándose a mi.

Tras casi mes y medio de estudio del Necronomicón estaba listo para conocer aquellos dioses y ser parte de ellos, decidí entrar esa misma noche, la madrugada llegó y me encontraba en un bosque cercano, con una oscuridad que paralizaba… ahí comencé:

¡Iä-R’lyeh! ¡Cthulhu fhtagn! ¡Iä! ¡Iä!
¡Iä! ¡Iä! ¡Cthulhu fhtagn!
¡Ph’nglui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wgah fhtagn!
¡Iä! ¡Iä!...

Lo que vi después de recitar aquellas palabras fue un haz de luz que se habría ante mis ojos absortos, sabía que había desatado un poder escondido por siglos… seguí recitando aquellas palabras y de aquella puerta apareció un ser de figura perversa y de fealdad no concebida por ningún ser humano en la faz de la tierra, me resulta difícil describirlo, de hecho sería imposible…, comenzó a recitar una serie de sonidos guturales, no logré comprender lo que me decía, ni recordé haberlo leído en el Necronomicón, además el simple hecho de mirar aquel ser monstruoso me dejó estupefacto, sus ojos mostraban la ira de haber sido despertado de su sueño eterno…, no pude responder nada y salí corriendo; corrí hasta llegar a mi hogar, puse cerrojo a la puerta y quemé aquellos libros en la sala que nunca debí leer, no pude dormir; incluso al cerrar los ojos aparecía la figura monstruosa de aquel ser. Traté de seguir con mi vida normal, pero estaba consciente de que había despertado aquellos dioses y me perseguirían sin cesar. Las pesadillas comenzaban a ser más graduales y más aterradoras, las noches son un tormento para mí, en las sombras sé que me miran, recientemente he visto secreciones raras que aparecen en distintos lados de la casa, sé de antemano que son aquellos dioses que me acechan y he escuchado a todas horas aquellos sonidos guturales y otros sonidos aterradores que me persiguen a todos lados y que se han agravado más y más.

En estos momentos los sonidos en morada se agravan…, la ventana pareciera que está a punto de reventarse… miro a seres monstruosos que rodean mi casa… han entrado… el fin está cerca… la puerta… la puerta…


Octavio Iván Jiménez Ramírez