En pocas palabras, ser de izquierda significa oponerse en todo momento a la injusticia, la explotación, la discriminación, la corrupción y el autoritarismo; luchar siempre por la protección del medio ambiente, por la unidad de los oprimidos y por el derecho universal a gozar la diversidad en todas sus manifestaciones. Para decirlo de otro modo, ser de izquierda implica vivir íntegramente resistiendo a toda hora y en todo lugar contra la devastación neoliberal y buscando simultáneamente alternativas a la dictadura económica del capitalismo.
Ser de izquierda es ser derecho.
Ser de izquierda es ser derecho.
1 comentario:
Repugnantes políticos se atribuyen diariamente estas cualidades. Nos hacen creer que defienden las causas más equitativas; necesarias; “derechas”, las del pueblo (esa masa humillada durante siglos), pero todos sabemos que mienten. Es la habilidad de la diplomacia. Cuando algunos “escritores” también se unen a los preceptos de la izquierda, lo único que demuestran es su enorme perversidad, mejor dicho, su incoherencia: no sufren como la mayoría de los mexicanos (50 millones de pobres); son ideólogos, charlatanes, tejedores de fraudulentas teorías, burdos publicistas de una realidad que nunca han percibido; hablan de la pobreza mientras degustan un vino tinto francés. No necesito dar nombres. Aparecen en la cúpula "intelectual" de este país, con sus caras aburridas, palabras torpes, con la estúpida ilusión de agradar siempre, de seguir ajustándose diplomáticamente al presupuesto, a la burocracia cultural.
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