El asalto (1999).
Miré por el retrovisor. Ninguna patrulla me seguía ya. Todo fue muy fácil, una pistola, un policía gordo y el Marquís negro. Aceleré hasta ciento sesenta por hora. ¡Qué vida de ahora en adelante!: viajes, autos, mujeres. ¡Maldita vaca!, se me tenía que atrave... ¡ay, duele doctor!
La gallina (1999).
—Roberto me dijo que no me atrevería a cortarle el pescuezo a la gallina consentida de la abuela, que era puro cuento que me la iba a comer en caldo y que, de hacerlo, ella moriría de la tristeza.
—¿Y tú que le respondiste?
—Pásame un limón y orita en el velorio te sigo contando.
Juan Carlos Zamora
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