Segunda oportunidad
Quería otra vez intentarlo, tenía entonces muchos ánimos, esperanzas;
no quería con las ganas quedarme y hubiera hecho lo que fuera,
si era necesario, disculparme por algo que no hice.
Pero después de un breve lapso,
cuando distinguí el centelleo en tu vanidosa mirada,
sólo con bruscos recuerdos me estrellé:
el inclemente río que fluye.
Vagas conversaciones:
el indolente aire que susurra y mueve algunas hojas.
Lazos afectuosos que como el aislado eco de campanadas lejanas tañe.
En fin, pretensiones de revolver el tiempo,
despostillados deseos para dejar de clamar en vano,
para ir al encuentro de una nueva oportunidad,
otra pérdida de tiempo.
Nunca me diste una segunda oportunidad.
La resbaladilla y el columpio
Estoy decepcionado de ver cómo todo el galanteo,
cortesías y generosidades que le di a una mujer
se desperdician por décima vez ante un hombre que actúa
de manera más fácil, práctica, sin ramo de rosas carmesí;
de cómo todas mis tentativas acaban en nada;
de cómo mi suerte por la soledad está malograda;
de cómo en cierta época de la infancia en una vida
amorosa pensé: capullos adolescentes sobre grises sembradíos,
desperdicio de mi juventud, postración que me dobla
las manos haciéndome recordar que más lejos de lo que yo creía
pueden estar la resbaladilla y el columpio en los que jugué y reí.
Adrián Schleske
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario