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Placer

Ahí estás tú, recostada en la cama, esperándome. Tu ojos me miran al salir del baño, te excita verme sin camisa… no puedes evitarlo. Tocas lentamente tu pierna con la yema de tus dedos. Rodeo la cama sin mirarte, me siento dándote la espalda y me desabrocho los tenis, de reojo veo estirarte. Tocas mi espalda, tus manos son frías y me causan un escalofrío que me recorre todo el cuerpo. Rodeas mi pecho con tus brazos y me jalas hacia ti, quieres amarme… es innegable. Me recuesto y te miro, sonríes ligeramente y comienzas a besarme el cuello, pero no siento la menor excitación. A pesar de llevar tanto tiempo contigo nunca me has satisfecho del todo. He cumplido todas tus fantasías tontas y sin sentido, yo nunca te he pedido ninguna, pero siempre he querido hacer algo diferente… Me abrazas y muerdes mis labios, giro un poco para estar sobre de ti, tu boca no se desprende de la mía, me separo un poco y te susurro al oído: -Espera aquí, no te muevas… Camino hacia el closet, lo abro sin dejar de mirarte, cierro mis ojos mientras giro mi cara. Tomo mis dos únicas corbatas, las jalo del gancho y caen suavemente, mi caminar hacia ti es tranquilo, te extraña mi actuar, pero esa extrañeza te excita aún más. Comienzo a besarte mientras quito tu blusa con suavidad, aunque tú te la quitas al final, tus senos están libres pues, como casi siempre, no traes brassier. Beso tu cuello y bajo lentamente, toco tus pezones, los pellizco y los jalo ligeramente, sé que te gusta; lamo tu vientre y desabrocho tu pantalón botón por botón, comienzo a bajarlo con todo y pantaleta, me cuesta un poco de trabajo, pero de un tirón por fin está abajo. Tus manos intentan desabrochar mi pantalón pero las tomo y las jalo hacia arriba; tomo las corbatas que están en mi cuello y hago un nudo en cada muñeca y te amarro a la cabecera, tomo tu pantalón y amarro tu pie a la esquina inferior de la cama con él, con tu blusa hago lo mismo en tu otro pie. Tu cara es de total extrañeza, no entiendes lo que sucede; en realidad no me importa. Ahora sí estás a mi merced… comienzo a lamerte las piernas y subo hasta tu boca. Comienzo a quitarme el pantalón, te encanta ver cómo me desnudo y te muerdes los labios de la excitación, con mi pene rodeo tu pubis mientras me susurras que quieres sentirme ya. Penetro rápidamente y sueltas un quejido que no sé si es de dolor o de placer. Mis movimientos son lentos y tú sólo cierras los ojos, pero en cuanto mi vaivén acelera los abres. Me encanta estar así, me incita saber que te domino. Ahora mis movimientos son tan violentos que comienzas a quejarte, pero no puedo parar ahora… ahora no. No puedo más y te suelto un puñetazo en la nariz… comienzas a gritar, tomo tu pantaleta y la meto a tu boca, ver la sangre correr por tu cara me enciende aún más. Te golpeo nuevamente en la cara y tus gritos son más fuertes ahora: -¡Quítate por favor, no me pegues! Mi pelvis se mueve frenéticamente que te saca sangre de la vagina. -¡Me lastimas… me duele…! Muerdo tu pezón con tanta fuerza que logro arrancarlo... la sangre corre por mi boca, nunca había sentido este placer tan indescriptible. Tus gritos me aturden y te golpeo… por fin te callas, creo que te noquee. Sigo mordiendo tu seno y lo arranco de tajo, meto mi mano en tu carne y toco tus costillas sin dejar de penetrarte, no te mueves…creo que estás muerta… que delicia. Jalo tu piel hasta tu estómago, puedo ver tus intestinos, me encanta sentirlos entre mis dedos, es el más grande placer que había sentido, por fin terminaré… me salgo y eyaculo en tus vísceras y veo cómo se mezcla mi semen con tu sangre… es hermoso. Caigo rendido a tu costado, fue exquisito el orgasmo, volteo y miro tu cadáver con los ojos abiertos llenos de terror, sé que querías complacerme en todo, por fin lo lograste… y de qué manera.

Octavio Iván Jiménez Ramírez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi hermano, estas bien enfermo, pero tengo que reconocer un excelente capacidad creativa, la verdad una vez iniciada la lectura no pude parar hasta llegar al final. Me pareció genial esa interpretación de la satisfacción total y el abandono a los deseos del otro, neta, muy chido.