Un espacio para compartir ideas, donde sólo la expresión es importante y en el que también se reconoce la obra de otros en Lontananza


Placer

Ahí estás tú, recostada en la cama, esperándome. Tu ojos me miran al salir del baño, te excita verme sin camisa… no puedes evitarlo. Tocas lentamente tu pierna con la yema de tus dedos. Rodeo la cama sin mirarte, me siento dándote la espalda y me desabrocho los tenis, de reojo veo estirarte. Tocas mi espalda, tus manos son frías y me causan un escalofrío que me recorre todo el cuerpo. Rodeas mi pecho con tus brazos y me jalas hacia ti, quieres amarme… es innegable. Me recuesto y te miro, sonríes ligeramente y comienzas a besarme el cuello, pero no siento la menor excitación. A pesar de llevar tanto tiempo contigo nunca me has satisfecho del todo. He cumplido todas tus fantasías tontas y sin sentido, yo nunca te he pedido ninguna, pero siempre he querido hacer algo diferente… Me abrazas y muerdes mis labios, giro un poco para estar sobre de ti, tu boca no se desprende de la mía, me separo un poco y te susurro al oído: -Espera aquí, no te muevas… Camino hacia el closet, lo abro sin dejar de mirarte, cierro mis ojos mientras giro mi cara. Tomo mis dos únicas corbatas, las jalo del gancho y caen suavemente, mi caminar hacia ti es tranquilo, te extraña mi actuar, pero esa extrañeza te excita aún más. Comienzo a besarte mientras quito tu blusa con suavidad, aunque tú te la quitas al final, tus senos están libres pues, como casi siempre, no traes brassier. Beso tu cuello y bajo lentamente, toco tus pezones, los pellizco y los jalo ligeramente, sé que te gusta; lamo tu vientre y desabrocho tu pantalón botón por botón, comienzo a bajarlo con todo y pantaleta, me cuesta un poco de trabajo, pero de un tirón por fin está abajo. Tus manos intentan desabrochar mi pantalón pero las tomo y las jalo hacia arriba; tomo las corbatas que están en mi cuello y hago un nudo en cada muñeca y te amarro a la cabecera, tomo tu pantalón y amarro tu pie a la esquina inferior de la cama con él, con tu blusa hago lo mismo en tu otro pie. Tu cara es de total extrañeza, no entiendes lo que sucede; en realidad no me importa. Ahora sí estás a mi merced… comienzo a lamerte las piernas y subo hasta tu boca. Comienzo a quitarme el pantalón, te encanta ver cómo me desnudo y te muerdes los labios de la excitación, con mi pene rodeo tu pubis mientras me susurras que quieres sentirme ya. Penetro rápidamente y sueltas un quejido que no sé si es de dolor o de placer. Mis movimientos son lentos y tú sólo cierras los ojos, pero en cuanto mi vaivén acelera los abres. Me encanta estar así, me incita saber que te domino. Ahora mis movimientos son tan violentos que comienzas a quejarte, pero no puedo parar ahora… ahora no. No puedo más y te suelto un puñetazo en la nariz… comienzas a gritar, tomo tu pantaleta y la meto a tu boca, ver la sangre correr por tu cara me enciende aún más. Te golpeo nuevamente en la cara y tus gritos son más fuertes ahora: -¡Quítate por favor, no me pegues! Mi pelvis se mueve frenéticamente que te saca sangre de la vagina. -¡Me lastimas… me duele…! Muerdo tu pezón con tanta fuerza que logro arrancarlo... la sangre corre por mi boca, nunca había sentido este placer tan indescriptible. Tus gritos me aturden y te golpeo… por fin te callas, creo que te noquee. Sigo mordiendo tu seno y lo arranco de tajo, meto mi mano en tu carne y toco tus costillas sin dejar de penetrarte, no te mueves…creo que estás muerta… que delicia. Jalo tu piel hasta tu estómago, puedo ver tus intestinos, me encanta sentirlos entre mis dedos, es el más grande placer que había sentido, por fin terminaré… me salgo y eyaculo en tus vísceras y veo cómo se mezcla mi semen con tu sangre… es hermoso. Caigo rendido a tu costado, fue exquisito el orgasmo, volteo y miro tu cadáver con los ojos abiertos llenos de terror, sé que querías complacerme en todo, por fin lo lograste… y de qué manera.

Octavio Iván Jiménez Ramírez.

Olor a viejo

Mi abuela no entiende por qué mi abuelo tiene guardados tantos cachivaches en su tallercito, yo sé que en el momento en que necesite una tabla, una herramienta, un fierro de cualquier forma, será más fácil que lo encuentre ahí a que lo mande a hacer; él se refugia ahí por horas, martillando, inventando, revisando objetos que a simple vista son irreconocibles, él siempre les encuentra un uso. Lo bueno es que sabe defenderse: “Ya cuando me muera haz lo que quieras con mis cosas, ahorita no me molestes”.

Mi tía no entiende por qué mi otra abuela se rehúsa a tirar ese buró maltrecho y estorboso, o ese mueble impráctico que ya no combina con el decorado de la casa. He sido cómplice de que se tiren cosas a escondidas, a lo que, si mi abue se diera cuenta, con una mirada de nostalgia se opondría rotundamente.

Las cosas son eso, nada más; pero cuando uno les imprime un valor íntimo por habernos acompañado en cierta etapa, por ser el recuerdo constante de un amor de cualquier tipo o porque tienen una presencia fundamental en nuestra vida, entonces dejan de ser sólo objetos y se convierten en un sentimiento que al pasar de los años es cada vez más profundo y místico, se mudan en historias, en Historia.






























¿Qué tan viejo puede ser un objeto que ha pasado por mil manos comparándolo con la historia que en su tierra guarda el mundo?

Imposible responder, pero vaya que nos aferramos a ellos con la fuerza que sólo el miedo a la intrascendencia puede propiciar. Dejar de creer podría significar negar a los que fueron, a los que pasaron por donde ahora miramos con sorpresa el metal oxidado, las piezas toscas de una máquina poco funcional en nuestros años, las caras ingenuas de generaciones revolucionarias cargadas con todo el equipo propio para la batalla que leímos en libros.

Sentir la aspereza de aquellas cosas, respirar el polvo de una biblioteca de siglos, mirar la madera en busca de polillas nos obliga a pensar en un futuro en el que lo nuestro (nosotros) también será historia.

Es, quizá, un esfuerzo por regresar...

Ambar












Valiéndose de materiales tan diversos como el café, el óleo o las cuerdas y utilizando como lienzo hasta una caja de pizzas, Ambar nos comparte su mundo a través de la pintura.

¿Cómo comienzan?

Durante años nos hemos resobado una frase... una frase tan cierta como incomoda: “Todo lo que comienza, termina”. No, no salió de las mentes “guachosqui” (directores de la trilogía Matrix). Es una verdad conocida por la humanidad desde hacía tiempo. Todo cumple un ciclo. Pero, alguna vez se preguntaron ¿Existe lo que no comienza?

Siempre hemos vivido en un mundo donde, lo que no pueda ser captado por los cinco sentidos, no existe. Sólo es parte de nuestras fantasías oníricas. Y cuando pensamos en eso, siempre entramos en la terrible contradicción: Lo que se ve no siempre existe.

Sólo porque algo no está presente en nuestro universo, no significa que no exista. Sólo no ha comenzado...

¡Ah, canijo, ahora resulta que cualquier cosa puede empezar! No necesariamente.

La existencia en otros planos, si bien, no comprobada científicamente, es un punto a tratar en este texto.

¿Existen otros planos? Si la respuesta es sí, entonces lo que sigue no tendrá ningún sentido…entonces, supongamos que no existen. ¿Qué pasa con todo aquello que no ha comenzado?

Todo eso... perdido... en un limbo...amalgamado... tal vez consciente de su existencia, tal vez no...sin saber todavía cuál es su verdadero ser... ahí...esperando algún día poder comenzar a existir... tal vez nunca logre comenzar... sin objetivo, sin identidad, sin definición.

Este texto probablemente estuvo ahí... pero ahora existe, se comenzó a escribir, y quedará plasmado. Ya comenzó, y seguiré hasta que llegue su fin... pero, ¡oh supremos gustos irónicos! No será tan fácil terminarlo. Así que este texto no tendrá un final.

Solo nos resta decir comenzamos…

(Nota del redactor: El creador de este texto murió al terminar esta única hoja... cumplió con su promesa)



Oscar Luján

HAIKÚS, mundos breves.

HAIKÚS...Poemitas que tienen la ventaja de ser concisos, que aspiran a convertirse en remate, en síntesis de un largo proceso de meditación.

A través de estas expresiones surgidas en Japón, conceptos como realidad, vacío, iluminación y conciencia inmortalizan los instantes de la naturaleza que, aunque es la misma para todos, en su pequeñez y su grandeza, su unicidad y multiplicidad simultáneas, sólo es visible para quien tiene la disciplina de ver con todo el cuerpo más que con los ojos.

Los haikús siempre hablan entonces del alma humana, del punto exacto en el que sujeto y objeto desaparecen para dar la relación indestructible que existe entre lo interior y lo exterior, lo pequeño y lo grande, lo blanco y lo negro.

Pero, vaya que es difícil resumir una experiencia espiritual, una visión global del mundo en la brevedad de los haikús,-diecisiete sílabas, distribuidas en tres versos-, por lo que con frecuencia se tiene que recurrir a las licencias poéticas.

El haikú es, debe ser, un alfiler en la conciencia.

Dicho esto, a disfrutar la abstracción de la poesía sintética:

Bajo la montaña
más y más cerca
de la soledad.
MARKO GROSELJ ELSNER

Bosque de otoño-
paso tras paso
susurro tras susurro.
ALENKA ZORMAN


Del viejo vestíbulo
murmuran enmoheciendo
los pasados días
DUSAN VOGLAR


Amor
Corta travesura
De prados cubiertos de nieve.
MIROSLAV BREGAR

Rosadas flores
Palidecen y caen del duraznero
La muerte está cerca.
DOLORES TERSEGLAV

Triste nube.
En trozos jadeos del cielo
Blanco copo de nieve.
ZLATKA LEVSTIK

Papá
¿Cómo el riachuelo en la noche
No duerme?
JURE DETELA

El manantial
Silenciosamente y vivo
Resbala entre los dedos.
TADEJA VIDMAR

*Lontananza reconoce la labor documental de Norberto de la Torre, gracias por acercarnos a los Haikús.

Nuestros Muertos

Hay muertos que matamos luego luego, que cubrimos con olvido forzado en paladas de tierra fresca, muertos que han dejado en las entrañas de la historia heridas profundas que tardan años en dejar de sangrar, bestias a las que el rencor revive en la memoria de lo que no debió ser. Estos muertos se niegan a irse, sobreviven décadas, pero al final queda de ellos un nombre ininteligible en una lápida oxidada.

Y hay muertos que jamás mueren, que solitos van y se posan en una peña a mirar desde la muerte cómo avanza la vida, cómo retrocede o se aniquila; muertos que solitos hablan por la boca de los que les sobreviven, que serán escuchados por los hijos de los que hablan por ellos, y los hijos de los hijos resucitarán a esos que han caído más allá de la noche y los días. A éstos los llamamos Nuestros Muertos, porque de sus huesos pulidos se levantan sueños truncos, sueños que debieron ser, sueños de ti y de mí. Son Nuestros Muertos porque de ellos venimos y hacia ellos vamos.

(Fragmento de "La guerrilla y la esperanza:Lucio Cabañas" de Armando Vega Gil, publicado en la revista eme-equis)

* Puedes leer el texto completo dando click en el título de esta entrada

Amantes perfectos



Idea tomada de "Morir de Amor. Permanencia voluntaria", exposición presentada hace algún tiempo en el MUCA.
***
***
La geometría no tiene ni la más pálida idea de lo
que les sucedió a estos dos enamorados, que han

muerto adentro de un cubo. El amor tampoco sabe
nada, no ofrece respuestas, pero sigue con sus
desesperadas labores: ensamblar caricias, ordenar
sentimientos, unir egoísmos. Matemáticas, ángulos,
coordenadas, emociones que parecen concordar no
significan nada para un beso que nunca fue calculado,
que al parecer nunca dio resultado. La suma en el amor
es una resta, la multiplicación de afectos una errónea
división. También la muerte es inexacta.
Adscha.

El despertar de otro mundo

Las palabras que estoy a punto de escribir muestran mi desesperación por la que será mi inevitable muerte, lo que contaré a continuación carece de detalles debido al horror que me corroe y que ha sido borrado por mi mente para evitar la locura, ansío que sirva como advertencia para cualquier hombre que busca en un libro las respuestas de aquellas cosas que ningún ser vivo tiene el privilegio de saber.

Todo comenzó cuando mi obsesión por aquel escritor de nombre Howard Phillips Lovecraft llegó más allá de leer cada una de sus obras y tratar de conocer el pasado de este literato que le orilló a una soledad inmensa, yo quería conocer más… aún más, lo cual me llevó a conseguir aquel libro maldito, el libro del que tanto hacia referencia: el mítico Necronomicón; cuando logré abrirlo en la soledad de mi habitación sentí aquel estremecimiento de pavor que se escurría por mis dedos e inundaba mi cuerpo, sabía que en mis manos tenía aquel poder del que tanto Lovecraft había alucinado. Pero lo que yo buscaba era realmente saber si este texto podía conducirme a conocer aquellos demonios y situaciones que había relatado Lovecraft en sus obras. Lo leí con minucioso detalle, intenté comprender hasta el más pequeño dato de aquellas palabras, sin importarme las advertencias que se encontraban en el mismo.

Después de terminar de leer aquel texto me decidí cruzar aquel umbral; entraría en los pórticos del conocimiento, aquellos que relata Lovecraft en el cuento de “A Través de las Puertas de la Llave de Plata”, aquellos pórticos que me darían la eternidad a lado de los dioses primigenios como Cthulhu y Azag-Thoth. Posteriormente de haber aprendido la pronunciación de aquellas palabras de la cultura sumeria antigua comencé a hacer aquellos ritos preliminares para obtener la vida eterna, siempre a lado de los libros de Lovecraft y el Necronomicón del Árabe loco Abdul Alhazred. A partir de ese momento comenzaron aquellas pesadillas que fungirían como advertencia pero que yo me negué a aceptar como tal, no sé a ciencia cierta lo que soñaba, pero sé que era un sueño aterrador, pues despertaba gritando de horror y sólo podía recordar aquellos tentáculos aproximándose a mi.

Tras casi mes y medio de estudio del Necronomicón estaba listo para conocer aquellos dioses y ser parte de ellos, decidí entrar esa misma noche, la madrugada llegó y me encontraba en un bosque cercano, con una oscuridad que paralizaba… ahí comencé:

¡Iä-R’lyeh! ¡Cthulhu fhtagn! ¡Iä! ¡Iä!
¡Iä! ¡Iä! ¡Cthulhu fhtagn!
¡Ph’nglui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wgah fhtagn!
¡Iä! ¡Iä!...

Lo que vi después de recitar aquellas palabras fue un haz de luz que se habría ante mis ojos absortos, sabía que había desatado un poder escondido por siglos… seguí recitando aquellas palabras y de aquella puerta apareció un ser de figura perversa y de fealdad no concebida por ningún ser humano en la faz de la tierra, me resulta difícil describirlo, de hecho sería imposible…, comenzó a recitar una serie de sonidos guturales, no logré comprender lo que me decía, ni recordé haberlo leído en el Necronomicón, además el simple hecho de mirar aquel ser monstruoso me dejó estupefacto, sus ojos mostraban la ira de haber sido despertado de su sueño eterno…, no pude responder nada y salí corriendo; corrí hasta llegar a mi hogar, puse cerrojo a la puerta y quemé aquellos libros en la sala que nunca debí leer, no pude dormir; incluso al cerrar los ojos aparecía la figura monstruosa de aquel ser. Traté de seguir con mi vida normal, pero estaba consciente de que había despertado aquellos dioses y me perseguirían sin cesar. Las pesadillas comenzaban a ser más graduales y más aterradoras, las noches son un tormento para mí, en las sombras sé que me miran, recientemente he visto secreciones raras que aparecen en distintos lados de la casa, sé de antemano que son aquellos dioses que me acechan y he escuchado a todas horas aquellos sonidos guturales y otros sonidos aterradores que me persiguen a todos lados y que se han agravado más y más.

En estos momentos los sonidos en morada se agravan…, la ventana pareciera que está a punto de reventarse… miro a seres monstruosos que rodean mi casa… han entrado… el fin está cerca… la puerta… la puerta…


Octavio Iván Jiménez Ramírez

Place

Una mente global se dio a la tarea de reunir a varios diseñadores esparcidos por el mundo, a quienes invitó a reflejar su entorno a través de trazos y colores; éstos recibieron una maleta que contenía: una libreta en blanco de dimensiones mayores a las comunes y una playera, también vacía; elementos de creación que devolvieron rellenos de arte y que expusieron en varios puntos del planeta.
Aquí pues, algunos ejemplos.









De trenes

Todos sentados recorren una estación interminable, concientes e indiferentes a su destino fatal. Corre el tren y pasan las horas y los días. Sin embargo en ti cabe una angustia que no te deja, que te impulsa a negar tu fin, a desafanarte de lo que te toca; y es eso, la angustia, la que te mueve a seguir, a cuidarte… pero es eso! (el miedo) lo que te lleva a hacer las cosas bien. Y ves como caen uno a uno de los que viajan contigo, ves que se rinden, que aceptan su trágico final, ¿cómo es posible?!! Tú te niegas, no quieres toparte con esa mirada que te penetrará y acabará con todo lo que eres. Pero es la desesperación, es el ansia, es el gran temor lo que te motiva a luchar por la vida. Y no son las ganas, no es la convicción de seguir aquí, no es la alegría de seguir viva. No, no!! Es sólo el miedo a enfrentarte con la muerte, es sólo la evasión de tu fatalidad. Todos se dan cuenta que luchas, que te aferras a este mundo, a este vagón, a este espacio que se va vaciando; se admiran, entonces por momentos te hacen sentir grande y segura. Pero qué de grande tiene seguir sin compañía, qué valor puede tener el egoísmo de ver por ti, sólo por ti, siempre por ti, mientras todo lo demás se acaba poco a poco. ¿Qué no te das cuenta que te vas quedando sola? Sólo con tu angustia, tu miedo, tu desesperación, tu ansia, tu temor; porque sólo es eso, no te mueve nada más.

***
Todas las noches llega por mí un tren que se atreve a rebuscar mis memorias, no sé quién lo maneja, pero me conoce tan bien, que si me topara con esa persona la amaría para toda la vida y hasta le tendría un poco de temor.
Y ya va por aquí, y da vuelta hacia allá, recorre aquel camino… Por los pequeños ventanales voy mirando cada escena de mi vida, cada imagen se ve tan real, tan al alcance, que temo sacar mi mano y modificar algo del pasado. A veces es difícil resistirse a esa tentación, hay muchos de esos paisajes que quisiera cambiar; sin embargo, así pasó, así es y aún vive en mí y todo ello lo llevo conmigo siempre, me da forma, provoca mi existencia.
Me entretiene ver jugar a mis personajes, toda esa gente que es parte de mi historia y que sólo por eso la hago mía, aquellos también que nunca quise conocer, esos con los que me hubiera gustado profundizar y los que nunca existieron, pero que yo he creado para sobre llevar la realidad absurda.
Ahora voy de regreso y lloro, suplico al tren que se demore, que haga paradas en cada estación (tal vez alguien desee abordarlo y reconquistar mi vida de nuevo). Sin embargo va tan veloz que todo se difumina; ya no visualizo claramente, sólo veo cuerpos amorfos que se distorsionan con el tiempo y el espacio… Y estoy aquí de nuevo, un poco perdida pero viva, sencilla, vulnerable, con todo el sentimiento que golpea por dentro y me sigue presionando el pecho para salir y escabullirse por ahí, para jugar con algún ser complaciente que se encuentre perdido.
Si la velocidad de este tren me permite vislumbrar el paisaje que se abre ante mi rostro, si logro esquivar el humo que esta locomotora despide y que intenta volver a mi alma con intenciones de nublarla, si logro que mis personajes (los intrusos) se abstengan de guiar mi historia y que la improvisación converja con mis más íntimos ideales y experiencias; entonces sabré mirar al cielo y dar gracias.

Ser de izquierda

En pocas palabras, ser de izquierda significa oponerse en todo momento a la injusticia, la explotación, la discriminación, la corrupción y el autoritarismo; luchar siempre por la protección del medio ambiente, por la unidad de los oprimidos y por el derecho universal a gozar la diversidad en todas sus manifestaciones. Para decirlo de otro modo, ser de izquierda implica vivir íntegramente resistiendo a toda hora y en todo lugar contra la devastación neoliberal y buscando simultáneamente alternativas a la dictadura económica del capitalismo.
Ser de izquierda es ser derecho.

Que no haya miedo

Hay que aprender a escuchar. Para escuchar realmente, hay que ser abierto. Para ser abierto, hay que descansar. Para descansar, que no haya miedo. Para que no haya miedo, hay que confiar en la vida. Para confiar en la vida, hay que entregarse al amor. Para entregarse al amor se necesita ser valiente. Pero sólo el heroe verdadero es suficientemente valiente para entregarse. Para los demás, es más fácil luchar.

A un lado la psicología. No hay complejos en el amor. Se trata siempre de simplificar. Hablar con palabras sencillas y francas. Amar de verdad. Amar a los amigos. Enamorarse cada día de los amigos. Amar lo que se come, lo que se dice, lo que se hace. Hacerse especialistas en el amor. hacer que haya más amor. Y ya.

Perú necesita sangre

Una delgada columna de sangre desciende desde una bolsa de polietileno hasta la vena mayor de mi mano. ¿Qué otro corazón la impulsaba antes, qué otro corazón más vigoroso y espléndido que el mío, lento y trémulo? Esta sangre que me reconforta es anónima. Puede ser de cualquiera. Yo voy (o iba) para ser misántropo y no quiero una deuda sospechada en todos los hombres. ¿Cuál es el nombre de mi dador? A ese solo y preciso hombre le debo agradecimiento. Sin embargo, la sangre que está entrando en mi cuerpo me corrige. Habla, sin retórica, de una fraternidad más vasta. dice que viene de parte de todos, que la reciba como un envío de la especie".
(J. Watanabe).

Navegando por los blogs, tuvimos la suerte de llegar hasta Perú (http://agendadepoesia.blogspot.com) y encontrarnos con este texto que nos permitimos colocar también en Lontananza, donde la tragedia en aquél país no nos es indiferente, el que pretende ser un medio para que cualquier tipo de apoyo hacia los peruanos logre llegar…muchos poquitos hacen un montón!

Ajenos vulnerables

México, país ubicado más o menos en el centro del continente americano, muy cerca de una voluminosa y poderosa concentración de güeros, pero también muy cerca de la historia maya de Guatemala, sin olvidar desde los salvadoreños hasta los argentinos, aunque así estemos acostumbrados...a olvidar, a creernos ajenos a las mutilaciones en oriente medio, a la enfermedad (literal y no) africana, a las largas y explotadoras jornadas laborales de China y, para no ir tan lejos, a los cientos de peruanos que murieron y siguen muriendo luego del terremoto de hace unos días.

Suponemos la tragedia como algo ajeno, algo ocurrido hace más de dos décadas; ya saben en 1985, o más para atrás, en el 71, en el 68, en 1910 y cien años antes...y es que no es suficiente con admirarnos y ver todo el noticiario, no son suficientes tres días de luto, ni mucho menos un avión cargado de providencias, siempre escasas ante la necesidad desesperada que se agota con el respiro. Y no lo es porque sólo abarca a unos cuantos, a esos que se saben parte del otro, parte de su temor, el que poco a poco también rebasa esta frontera.

Del viaje

... a esa edad no sabía aún lo que realmente quería, salvo, quizá, viajar. Así que viajé, mochila al hombro, algunas latas de comida, trenes infinitos y playas largas en las que dormir, o parques, o lo que fuera. Nunca se ha necesitado dinero para viajar, lo único imprescindible son las ganas y a mí me sobraban.

José Úzquiza Araúzo (fragmento)

Objeto mágico para sanar al mundo


Esta es una página en blanco
Blanco (algodón, gasas)
No informa
No opina ni sabe
No promueve una acción de consumo
No invita
No tiene prisa
No expone puntos, ni presenta gráficos
No muestra calificativos
No ironiza mediante el uso de comillas
Blanco (infinito antes de alfa)
Las noticias, el resultado en el encuentro de fútbol, los fichajes, los obituarios, las declaraciones de los dueños del mundo, los relatos de los magos y los anhelos de los músicos están en otra parte. Esta página ha decidido permanecer en blanco.
Blanco (espuma de la ola, se desliza el surfista)
Quiere ser pintura y llenarse la superficie con plastas de colores.
Blanco (pelota en el aire, kilómetros por hora)
Quiere ser un barco, un avión, una bicicleta que se desliza suave retando la inclemencia del empedrado.
Blanco (plumas, un día mis alas)
Quiere ser plegaria, himno, cántico, mantra; quiere ser repetida una y otra vez en todas las lenguas, vivas y muertas, hasta que la vibración producida logre poner en el foco al universo.
Blanco (vestido almidonado, ella dice acepto).
Quiere ser un techo móvil; un refugio portátil contra la mala suerte, una guardia para el vagabundo, una cobija para el perro que no tiene siquiera dueño.
Blanco (arena de la orilla, el mar siempre es frontera).
Quiere ser una plaza, una calle, una esquina; un sitio abierto donde dos pueden mirarse por horas y tienen testigos.
Blanco (cono de papel, gotas en tus labios).
Quiere ser consuelo, remedio, alivio; el trapito que detiene a la lágrima en su velocidad dolorosa.
Blanco (grano de sal, punta en la lengua).
Quiere ser graves, agudos y medios; quiere ser coros y versos, guitarra y bajo, la batería y la voz.
Quiere ser la canción entera. Dos escuchan en un mismo tiempo
Blanco (sala de hospital, tus ojos en el cielo).
Quiere ser el hambre saciada, la sed apagada, la duda resuelta.
Blanco (algodón, gasa).
El suelo dulce donde puede el extraño estrellar su cohete.
Blanco (sana pronto)
Quiere ser el día de mañana.
Blanco (Ya va a pasar. Ya va a pasar. Ya va a pasar).


(Julio Martínez Ríos)

A tiempo

El tiempo no se detiene, ahora ya pasaron cuatro segundos, cuando termine este párrafo y si la inspiración no me falta ya habrán pasado unos tres minutos tal vez, y sin embargo requeriré de días, quizá, para poner punto final al texto, aún con las ganas que tengo de que estas ideas fluyan, se vean proyectadas en tinta y no sean interrumpidas por un asunto del trabajo que ya veo venir.

Y es que no hay nada, absolutamente nada que no sea vulnerable al paso del tiempo, podemos evitar la luz o la total oscuridad, escondernos de la lluvia, del calor o el frío, pero del tiempo jamás, él es parejo, no sólo con todos, con todo!, con cualquier cosa que existe, visible o no. Y sin embargo, así como es tan imparcial, también es todo lo contrario, o nosotros mismos hacemos que parezca subjetivo, es decir, que a veces provocamos que un minuto pase tan tan lento, a cuenta gotas, o que de repente se haga noche sin haberte percatado del paso de las horas (ahora es cuando soy interrumpida, aunque sea fueron dos párrafos…ya vuelvo……………. Regresé, uuuf, ha pasado tanto, no hubiese querido que fuera así, pero en fin, al menos pude rescatar lo que ya llevaba escrito, a penas si tuve tiempo de guardar las pocas líneas que alcancé a redactar, y después de varios días regreso a lo presente). El tiempo entonces pasa y le hace falta a todos, cómo me encantaría que esa frase que usamos tanto de “Voy a hacer tiempo”, “Estuve haciendo tiempo”, “Tuve que hacer tiempo” u otras variaciones, en verdad fuera literal; seguramente todos nos dedicaríamos a hacer tiempo, tal vez hasta habría empresas dedicadas exclusivamente a eso. O, en todo caso, cada vez que se te hiciera tarde fabricarías tiempo para evitar la impuntualidad… hacer tiempo para que esa persona jamás se fuera, para que ese chocolate nunca se terminara, para que ese viaje fuera duradero.

Por eso lo que peleo, lo que aún no puedo concebir, es la falta de eso que todos sabemos qué es pero que resulta tan difícil definir, eso que tiene un nombre el cual nadie sabe a quién se le ocurrió, o por qué se determinó que de repente lo midiéramos en segundos, minutos, horas, días, semanas y todo lo que le sigue. Si al fin y al cabo el tiempo pasa lo midamos o no, y realmente nuestras mediciones casi nunca son exactas, no es exacto, por ejemplo, decir que una mujer tiene su periodo menstrual cada 28 días, que un bebé nacerá en 9 meses, que un mes tiene cuatro semanas o siquiera pensar que todo el mundo tiene la misma hora en su reloj. Y todo eso al tiempo no le importa, el fluye y fluye sin ningún tipo de intermitencia; se derrama por la vida de cada persona y va dando pie a sucesos buenos, malos, va marcando los rasgos físicos e interiores de la gente, sólo hace falta mirar tu álbum de fotos para saber que el tiempo, no sólo ya pasó, está pasando.

A ratos me encanta pensar que, si el tiempo de cualquier manera es, entonces por qué no darnos más de él. Así, me imagino despertar un día que no va a durar 24, sino 48 horas - tal vez tendríamos menos días, pero más tiempo-entonces levantarme, ir a trabajar mis nueve horas correspondientes, comer tranquilamente, quizá dormir una siesta de tres horas, ir a visitar un museo, platicar con la familia o un amigo, pasear por la ciudad y, después de un rato de esparcimiento, realizar otros deberes rutinarios (el banco, la ropa, escombrar, estudiar, organizar papeles, mandar mails…) y saber que terminando de hacer todo ello aún me dará tiempo de leer y de dormir las horas necesarias como para realizar el itinerario del día siguiente sin ningún pestañeo.

Y pienso también en el trato tan diferente que nos daríamos entre nosotros, porque sabemos muy bien odiar a quien nos quita el tiempo, la persona que nos entretiene sabe que va a recibir un mal gesto de nuestra parte o que en ocasiones pensamos dos veces en ayudar a alguien en aprietos porque no tenemos tiempo de detenernos. Con más tiempo entonces, creo que no nos importaría tanto, por ejemplo, echarle la mano a un encuestador para que te haga una de esas entrevistas largas y tediosas o ayudar a una persona mayor a cruzar la calle, tal vez detenernos a preguntarle a alguien si se siente bien o si está perdido, o permitirnos el tiempo para dar los buenos días a la chica de la taquilla del metro sabiendo que ella te contestará amablemente y no sólo te aventará los boletos y las monedas que te sobran para atender de manera inmediata a la siguiente persona.

No sé, simplemente darnos tiempo para observar, para alimentar una amistad y crear otras cuantas, amar, sentir y no dejar pasar detalles importantes que puedan cambiar nuestro día, o nuestra vida quizá; no dejarnos vencer por el sueño cuando hay una hazaña esperándonos, pero permitirnos también soñar en su momento; en fin, dejar a un lado la apatía y la indiferencia que la falta de tiempo provoca. Ojalá haya (halle) tiempo, o mejor, ojalá que el tiempo que me ha sido concedido no sea sólo tiempo perdido.

El sol

Sol redondo y colorado
Como una nueva revolución
Ya que tú eres tan parejo para repartir tu luz
Habías de enseñarle al amo
A hacer lo mismo que tú…


(Fragmento de canción El Sol)

Bienvenidos

Bienvenidos al teatro de mi vida,
Bienvenidas al territorio libre y autónomo de Fridonia.
No se aflijan ni se aflojen
Que el dolor se va a cantar,
Pues como ya es de todos sabido:
“Cantaando no hay doloores quee se sieentaaan”
Estamos en 1954, nos está llevando la chingada
Y eso que no sabíamos que la chinga apenas empezaba.
Es esa noche de julio, días antes de morir,
En que aquél mi cuerpo doliente ya dejara de sufrir;
Fuimos a la manifestación:
¡Gringos jijos de la chifosca
Déjenos vivir en paz
Y váyanse pa’ gringolandia a una encuesta organizar
Y haber si le ponen nombre a su pais, para empezar.
Estados Unidos dicen que se llama ese congal
Y ellos le dicen “América”
Y entonces se quieren chingar de Alaska a la Patagonia,
Todo se quieren quedar,

creen que somos su chiquero...
No nos vamos a dejar!!


(La muerte en: Cada quien su Frida)

...y ya estaba volando!

El aro que flota. Las puntas en alto.
El aire, el cielo, el fin.
¡Hasta que me salga!

El cuerpo en la música.
Único habitante de un mundo reducido.

Un lapso triste, el opuesto.
Catársis de muchos.

El sueño que baila. La danza que piensa.

Y nuevamente, ya estaba volando.

Bien por la expresión que transmite.



(Circo Barroco. Fusión de danzas.)