Fragmentación dolorosa II
ARIDEZ
El hueco que tengo en el estómago me duele
y las lágrimas se atropellan en mis ojos para salir;
resulta imposible controlar las manifestaciones
propias de un dolor que dejé de sentir hace tiempo.
La soledad y el abandono ya no lastiman,
se han vuelto tan comunes que son imprescindibles.
Ya no me queda ni siquiera el gusto de la destrucción
pues me resulta patético envolverme en el cliché
del vampiro, misántropo, decadente y filosófico.
Las alucinaciones etílicas nunca fueron cura suficiente
y ahora ni siquiera son un paliativo necesario,
cuando sólo soy un paraje desértico,
una hoja en blanco.
No busco, no intento;
estoy repleto de algo contrario al deseo,
el tiempo se me escurre,
la vida se me escapa,
el mundo se me esconde,
y nada me deja huella visible.
Soy aparentemente normal: inofensivo y enajenado.
***
ASCETA
Sigo aquí, esperando un poco de inspiración
mientras el sufrimiento se apodera de mí;
ese dolor del cual eras la cura
y del que hoy formas parte,
se ha agrandado de manera insoportable.
Antes eras medicina que sanaba mis psicosis,
ahora me mantienes rispo;
estás en la catástasis de mi dolor,
sólo resta esperar la distensión del sufrimiento
en una caída grotesca y definitiva.
No sé por qué vivo obnubilado,
inconstante siempre que intento sentir;
dando tumbos en los caminos seguros y
alejándome a toda costa de lo entrañable.
Me arrojo siempre al abandono,
al encierro lacerante de mi mente,
donde la desesperación se apodera de mí
y me hace extrañar lo que acabo de dejar.
Vivo con la expectación de lo que vendrá
después de que he soltado lo que asía,
mas sé que cuando tenga algo nuevo en mi vida
otra vez lo dejaré ir generando mi sufrir.
Nada de lo que me pasa es ajeno,
esto ya lo he vivido varias veces;
la diferencia estriba en que cada vez parece la última,
y al no serlo duele siempre un poco más. Ya pasará.
Morgoth
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