Se forzó la rapidez del sonido y el tiempo mientras, sentada, esperaba tocarte consciente de mi condición inútil ante el más grande dolor de nuestra vida, de tu muerte.
Se trabaron las palabras: las tuyas, paralizadas con tu ser, frustraron las mías y me ahogaron y hasta ahora se permiten yacer aquí para exponer sólo un poco del infinito sentimiento que heredaste a mi esencia ya triste.
Reprochaste tus minutos regalados a la serenidad terrenal y a la labor médica; después, triunfante expandiste la Tierra, mutaste maravillosamente.
Y mi tiempo quedó hecho dos y decidí no mirarte sino vivirte, caminarte, reconstruirte muy a pesar de lo ambiguo de mis actos y de la base destruida sobre la que caminé cuando no hubo más razón para permanecer en, ese, tu último sitio.
Así, me fui sola para estar contigo y justo ahí te convertiste en poesía; ahora, estoy lista.
Se trabaron las palabras: las tuyas, paralizadas con tu ser, frustraron las mías y me ahogaron y hasta ahora se permiten yacer aquí para exponer sólo un poco del infinito sentimiento que heredaste a mi esencia ya triste.
Reprochaste tus minutos regalados a la serenidad terrenal y a la labor médica; después, triunfante expandiste la Tierra, mutaste maravillosamente.
Y mi tiempo quedó hecho dos y decidí no mirarte sino vivirte, caminarte, reconstruirte muy a pesar de lo ambiguo de mis actos y de la base destruida sobre la que caminé cuando no hubo más razón para permanecer en, ese, tu último sitio.
Así, me fui sola para estar contigo y justo ahí te convertiste en poesía; ahora, estoy lista.
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