Somos una generación de muñecos rotos.
Rotos en los sueños, en la mente.
Vamos por el camino recogiendo
los pedazos inservibles de nuestra alma.
Damos tumbos
recorriendo un camino que no vemos.
La oscuridad se nos metió en la cabeza.
Incapaces de ver, pensar o expresar,
somos autómatas
adorando a falsos dioses,
inventando nuevas religiones,
construyéndonos alas de papel y de cera,
corriendo como locos,
creyendo que somos libres.
Pobre generación marchita:
dormida en el dulce sueño de la ignorancia.
Amamos con los ojos cerrados,
pensando con la mente infecta,
caminando siempre hacia atrás,
cayendo pero nunca levantándonos.
Perdidos en la soledad de nuestros cuerpos,
perdidos en la inmensidad de un pequeño dedal.
Pobre generación muerta
llorando la pérdida de lo que jamás será.
Muerta antes de nacer, muerta antes de tan siquiera ser imaginada
por unos dioses crueles y perversos
que se divierten, viendo como caen y no se levantan…
los pobres muñecos rotos.
Bietka
Rotos en los sueños, en la mente.
Vamos por el camino recogiendo
los pedazos inservibles de nuestra alma.
Damos tumbos
recorriendo un camino que no vemos.
La oscuridad se nos metió en la cabeza.
Incapaces de ver, pensar o expresar,
somos autómatas
adorando a falsos dioses,
inventando nuevas religiones,
construyéndonos alas de papel y de cera,
corriendo como locos,
creyendo que somos libres.
Pobre generación marchita:
dormida en el dulce sueño de la ignorancia.
Amamos con los ojos cerrados,
pensando con la mente infecta,
caminando siempre hacia atrás,
cayendo pero nunca levantándonos.
Perdidos en la soledad de nuestros cuerpos,
perdidos en la inmensidad de un pequeño dedal.
Pobre generación muerta
llorando la pérdida de lo que jamás será.
Muerta antes de nacer, muerta antes de tan siquiera ser imaginada
por unos dioses crueles y perversos
que se divierten, viendo como caen y no se levantan…
los pobres muñecos rotos.
Bietka
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