Es curiosa la manera en la que todos o, por lo menos, todos los medios han felicitado a las mujeres que YA no se dejan violentar. Claro que no es casualidad que precisamente hoy recuerden que existe sufrimiento en este género (sin subestimar el sufrimiento masculino); para ello se tomaron la molestia de asignar un día del año: 25 de noviembre, al que decidieron otorgar el “orgullosisímo” título de día internacional de la erradicación de la violencia contra las mujeres.
Con algo estoy completamente de acuerdo: la violencia entre géneros sólo se eliminará cuando en nuestra formación y condición humana exista el valor del amor propio; no se confunda con el ego o la soberbia, sino con los límites de cada mujer para defender racionalmente esa postura que juega ante el mundo, pero no ante un mundo hostil y agresivo que se manifiesta en las más sorprendentes formas.
No se pretende elevar un género por encima de otro ni ubicarlos en el mismo sitio, eso no es posible por el simple hecho de que la naturaleza pensó hasta en esas diferencias que serían fundamentales para lograr lo que no se ha logrado: la complementación.
Sin embargo, no se pueden cerrar lo ojos ante los cambios positivos que ha tenido la sociedad mexicana. A diferencia de hace no muchos años, ahora son más los jóvenes que apoyan la igualdad respetando siempre las diferencias, también son más las mujeres que han decidido responsabilizarse de su propio cuerpo, no sólo aplicándose anticonceptivos sino cuidando su ser como tal, borrando poco a poco la idea de que sólo son una fabrica de nuevas vidas que en otro tiempo, quizá, educarían de la misma ignorante forma en la que las educaron a ellas.
Estas acciones son las que tienen real importancia y trascendencia y que superan a la formación de organizaciones que utilizan términos igualmente lamentables como grupos vulnerables o sexo débil. Sólo la institución que ofrezca apoyo en el más amplio sentido de la palabra se puede considerar benéfica socialmente.
Pero, precisamente hoy, es importante mencionar que la violencia en el mundo es impresionante y, en nuestro país, Ciudad Juárez no tiene la exclusiva en este ámbito que más que crisis social parece representar lucha de poderes y ausencia de valores fundamentales, no religiosos sino simplemente humanos.
Sólo por si alguien se atreviera a dudar que este texto tiene fundamentos más que tangibles, recordemos que a nivel nacional 36.7 por ciento de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia, 20 de cada cien asesinatos ocurren dentro del ámbito familiar, 10 de ellos son de maridos que han asesinado a sus esposas y el 84 por ciento de las victimas considera que la violencia es algo natural y un asunto privado que sólo compete a la pareja.
Infinitos cifras que, quizá, se traduzcan sólo en caras de sorpresa o en el peor de los casos, de indiferencia nos colocan vagamente en contexto para decidir si hoy es un día digno de festejo o deberemos esperar a que no disminuyan las muertes, sino que un país sin violencia en amplio sentido no sea sólo una idea utópica.
Fuente: CIMAC —Comunicación e Información de la Mujer, A.C.—
Con algo estoy completamente de acuerdo: la violencia entre géneros sólo se eliminará cuando en nuestra formación y condición humana exista el valor del amor propio; no se confunda con el ego o la soberbia, sino con los límites de cada mujer para defender racionalmente esa postura que juega ante el mundo, pero no ante un mundo hostil y agresivo que se manifiesta en las más sorprendentes formas.
No se pretende elevar un género por encima de otro ni ubicarlos en el mismo sitio, eso no es posible por el simple hecho de que la naturaleza pensó hasta en esas diferencias que serían fundamentales para lograr lo que no se ha logrado: la complementación.
Sin embargo, no se pueden cerrar lo ojos ante los cambios positivos que ha tenido la sociedad mexicana. A diferencia de hace no muchos años, ahora son más los jóvenes que apoyan la igualdad respetando siempre las diferencias, también son más las mujeres que han decidido responsabilizarse de su propio cuerpo, no sólo aplicándose anticonceptivos sino cuidando su ser como tal, borrando poco a poco la idea de que sólo son una fabrica de nuevas vidas que en otro tiempo, quizá, educarían de la misma ignorante forma en la que las educaron a ellas.
Estas acciones son las que tienen real importancia y trascendencia y que superan a la formación de organizaciones que utilizan términos igualmente lamentables como grupos vulnerables o sexo débil. Sólo la institución que ofrezca apoyo en el más amplio sentido de la palabra se puede considerar benéfica socialmente.
Pero, precisamente hoy, es importante mencionar que la violencia en el mundo es impresionante y, en nuestro país, Ciudad Juárez no tiene la exclusiva en este ámbito que más que crisis social parece representar lucha de poderes y ausencia de valores fundamentales, no religiosos sino simplemente humanos.
Sólo por si alguien se atreviera a dudar que este texto tiene fundamentos más que tangibles, recordemos que a nivel nacional 36.7 por ciento de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia, 20 de cada cien asesinatos ocurren dentro del ámbito familiar, 10 de ellos son de maridos que han asesinado a sus esposas y el 84 por ciento de las victimas considera que la violencia es algo natural y un asunto privado que sólo compete a la pareja.
Infinitos cifras que, quizá, se traduzcan sólo en caras de sorpresa o en el peor de los casos, de indiferencia nos colocan vagamente en contexto para decidir si hoy es un día digno de festejo o deberemos esperar a que no disminuyan las muertes, sino que un país sin violencia en amplio sentido no sea sólo una idea utópica.
Fuente: CIMAC —Comunicación e Información de la Mujer, A.C.—
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