Un espacio para compartir ideas, donde sólo la expresión es importante y en el que también se reconoce la obra de otros en Lontananza


Aquí todas las frases


Solitaria, subvalorada, enigmáticamente hermosa, portadora de la perfección que vuela gracias a su ligereza y pequeñez, llegó esta MANTIS RELIGIOSA a instalarse en Lontananza y, desde ahora, será quien represente a este grupo de alejados que se empeñan en manifestarse a través de la creación.

El responsable: otro aferrado al arte llamado Betteo, quien a pesar de su larga lista de trazos pendientes, no olvidó esta promesa y decidió dejar su pulso también en la distancia…gracias por la espera.

Sin rima y métrica

Segunda oportunidad

Quería otra vez intentarlo, tenía entonces muchos ánimos, esperanzas;
no quería con las ganas quedarme y hubiera hecho lo que fuera,
si era necesario, disculparme por algo que no hice.
Pero después de un breve lapso,
cuando distinguí el centelleo en tu vanidosa mirada,
sólo con bruscos recuerdos me estrellé:
el inclemente río que fluye.
Vagas conversaciones:
el indolente aire que susurra y mueve algunas hojas.
Lazos afectuosos que como el aislado eco de campanadas lejanas tañe.
En fin, pretensiones de revolver el tiempo,
despostillados deseos para dejar de clamar en vano,
para ir al encuentro de una nueva oportunidad,
otra pérdida de tiempo.
Nunca me diste una segunda oportunidad.

La resbaladilla y el columpio

Estoy decepcionado de ver cómo todo el galanteo,
cortesías y generosidades que le di a una mujer
se desperdician por décima vez ante un hombre que actúa
de manera más fácil, práctica, sin ramo de rosas carmesí;
de cómo todas mis tentativas acaban en nada;
de cómo mi suerte por la soledad está malograda;
de cómo en cierta época de la infancia en una vida
amorosa pensé: capullos adolescentes sobre grises sembradíos,
desperdicio de mi juventud, postración que me dobla
las manos haciéndome recordar que más lejos de lo que yo creía
pueden estar la resbaladilla y el columpio en los que jugué y reí.


Adrián Schleske

Qué bonito, ¿no?... o del peatón en Tuxtla

Frena, acelera, frena, acelera, acelera, ¡¡freeena!! y mientras esto sucede, el tubo que hay como respaldo se encaja en la espalda a cada contracción. Ahí va la combi tuxtleca pite y pite en todas las paradas, el chofer estirando la mano hacia cualquier cristiano que puede resultar un pasajero en potencia, no importando que atrás ya hasta nos reconozcamos nuestras tersas y sudadas pieles de lo amontonados que vamos; ya sin pena ni vergüenza el vecino casi se sube en mis piernas pa’ poder abrirle espacio al nuevo acompañante… ¿Le pasa uno por favor? Si tienes ganas de ir socializando en el transporte público la opción es sentarte en el asiento que da la espalda al conductor, así te tocará ir pasando los pasajes de todas las personas que aborden, esto al menos implica una mirada o un diálogo corto y hasta el roce de manos en la ida y vuelta de monedas, qué bonito, ¿no? de no ser por la tortícolis con que terminas de estar voltee y voltee para dar la respectiva paga al chofer.

El peatón sabe lo vulnerable que es ante la cantidad de vehículos motorizados que recorren la capital chiapaneca, chicos, grandes, rápidos, con o sin conductor responsable o al menos capacitado; por eso cada que pretende atravesar una avenida lo hace desde una esquina y espera pacientemente a que el monito verde se encienda y le dé el paso: primero avanzan los vehículos que van de oriente a poniente, luego los de poniente a oriente, ahora siguen los que van de norte a sur yyy los que darán vuelta de norte a oriente, enseguida los que van de sur a norte…… ahora los que van de oriente a poniente??? ¡¡pero a estos ya les tocó y tú no has podido pasar!! qué diantres, volteas a ver el semáforo y sólo alcanzas a escuchar cómo te habla con una voz amenazadora: “jamás pasarás”… no hay más que armarse de valor para torear a los automovilistas que rara vez le cederán el paso a un peatón, lo sabes de antemano, y que todavía te miran feo si tuvieron que disminuir su velocidad nada más de pensar cómo se abollaría su auto si te atropellara.

Eso sí, la lógica de las calles y avenidas en Tuxtla es muy sencilla, al menos para quien no viaja en coche, porque ni siquiera se preocupa por los sentidos de las calles: hay dos vialidades centrales que dividen a la ciudad, una que corre de norte a sur y otra de oriente a poniente, a partir de éstas se comienzan a numerar el resto de las calles, primera norte, primera oriente, primera poniente, primera sur y así… entonces sólo basta con que sepas contar y ya está, podrás recorrer toda la ciudad a pie, ya si mientras caminas el ocio te invade, puedes ir contando a los fulanitos que van vendiendo dulces y cigarros en sus repisas de madera transportables o a los taxis y combis que te pitan cuando te ven caminando, tendrás material de sobra para entretenerte. Y cuando el calor te invada puedes pararte a comprar un pozol bien frío, esta bebida en general es deliciosa, pero el que hacen en el mercado 5 de mayo no tiene ma…nera de compararse, sin embargo no lo consumas muy seguido, porque a pesar de que con la caminata quemarás calorías, el maíz (ingrediente base del pozol) y la panza se llevan tan bien que hasta forman felices lonjas.
¿Se acuerda? ¡¡antes sólo había quince taxis en todo la ciudad, ahora son miles!!, platicaba un don en el Parque Central… Seguramente esta urbe seguirá creciendo -tiene miras a eso- y seguramente también, entre otras cosas, la conciencia del peatón y del automovilista, así como la logística vial, irán evolucionando conforme al desarrollo de esta capital representante nada más y nada menos que de uno de los estados más hermosos de nuestro país. Caminemos.

Consuelo

He creído ver mi nombre como un error en los excrementos de Dios.
No se detendrá el columpio con mis manos desde aquí,
mis ojos triturados inservibles: luz que no vendrá.
Nadie me reconoce
el fin del anhelo para diseccionar al monstruo
amargo brillo neón de los cirios
el asesino me ofrece su misericordia
soy en la suma de momentos en que los objetos se amalgaman contra mí,
los gemidos en el vaho de la llama.
La corriente y los rincones que quise
mi mano izquierda contra la serradora.
El martillo moliendo mis dientes,
aguas negras contenidas en un gotero.
Las sonrisas de mi vida de la neblina cuelgan
lo recorrido con los pies gangrenados,
alergia a este que me mira de frente y obsceno
con los poros atascados de hollín…repugnante.

Mi cerebro flota dentro de mi estómago
sin LSD mueren las neuronas.
Ella vino y pasó arrastrando un susurro que aún me atormenta
una gota de tinta sobre el eclipse,
tu desesperación, la mía; inconciliables.

Mi cabeza resquebrajada resiste la implosión.
Estaba sentado ante el futuro y pesaban las suposiciones
¿Cómo podía creer en ellas?

Exhausto de es(X)piar el reflejo
vendrán tarde los sonidos aunque no lo sé
entretanto acelero hasta cruzar la recta
viajo, temporalmente, casi por el suelo
con lampreas pegadas a mis vértebras
algo de mis labios que me obsesiona (la blasfemia o el chapopote)
esta uña fastidiosa de 100 años.
Cada contracción en los semáforos de las urbes del mundo
esta en sincronía con el corazón.
Pum, sístole. Pum, diástole. Apocalipsis/Génesis.
Me hincho de vanidad con un pene minúsculo: diástole.
Todo mi ser es una creación mediocre: sístole.

Tedio y espera
PUM PUM
su cuerpo quedó recargado en la pared blanca
esa niña desconocida
la adornó con su sangre
-No eres consecuencia del amor-
-Caes para pudrirte-
-No fuimos engendrados por amor-
hijos miserables de la vulva y el glande
ansiosos por jadear.



Lograr meterme el pito en la boca
justo en el origen de mi voz
lamerlo como me gustaría que lo hicieras
Imagíname gemir, exquisita naturaleza
la saliva es lija y los animales hacen un alboroto
3 dedos en el ano escarbando la próstata
te muestro el cuello por que soy culpable
todos caen de sus ventanas
paredes que ella decoró
apestas pero sigue, tiemblas más
con los brazos extendidos que el viento no doblega
sigue la succión de mi vida, secar la prótesis
el napalm me purifica
todo es artificial en la muerte
transfusión de jugos gástricos en capas de capas esperando suplicio
calambres en los músculos
blanco espeso con pelos en la encías
muerdo rabioso y desesperado para arrancarme el pene.
Aún duro tiembla dentro del hocico como pescado.

Unas pocas partículas guardé
entre que imitaba al maniquí
y agónico Dios me veía con disimulo.

¿Qué mira el escalpelo?
Azotes que crujen en mis ideas
¿Porqué tardas tanto?
rotten esperanza.

De rodillas me fundé inmisericorde
tuvo que ser así
antes que ser dos veces
y causar tu tristeza.

Iba al límite
lejos en los sembradíos un cuerpo o sombra era desarraigado
los desahuciados resplandecían
quedaban ocultos al dolor.


-SPER-

Nueve estrellas


Caminaba frente al Templo de Santo Domingo en Comitán, Chiapas, deslumbrado por su zócalo y respondiendo los “buenas tardes” de las personas. Un olor a café salía del Restaurante Quiptic mientras pensaba que sólo hacía falta la marimba, pero pasaron dos segundos y comenzó a sonar. La música me llevó al Centro Cultural Rosario Castellanos donde el profesor Wilebaldo López da clases a pupilos de todas las edades y en especial a los niños, aunque reconoce que conforme crecen algunos desertan. El maestro Wilebaldo me explicó las características de la marimba y cuántas personas se necesitan para su ejecución, pero como la mera verdad quería verlos tocar accedió a interpretar con sus alumnos Valencia y Ferrocarril de los Altos.


Seguí recorriendo el inmueble que aloja al Centro Cultural Rosario Castellanos. Supe que antes fue convento dominico, cárcel, cuartel, oficinas de gobierno, secundaria, preparatoria y finalmente edificio abandonado. En 1975, el poeta Óscar Bonifaz pidió permiso a la presidencia municipal para transformarlo de nuevo, pero esta vez en una casa de la cultura, para lo cual puso dinero de su bolsa y hasta muebles de su casa. Un día se apareció por allí el entonces gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Suárez. Se extrañó porque se suponía que el edificio estaba en abandono, pero luego se asombró gratamente al ver que se impartían clases de teatro, pintura y danza. Ordenó remodelar el recinto y pronto se vio a pintores de caballete mezclarse con los de brocha gorda, mientras albañiles y electricistas se entretenían mirando de reojo las clases de danza y las de actuación antes de seguir pegando tabiques o pelando cables.

El inmueble cambió de cara y (de cuerpo): pisos de loseta roja, baños nuevos, una biblioteca y salones recién pintados. Las columnas de madera labrada que soportan el techo de duela y teja se recubrieron de un color café brillante. Estos pilares circundan al patio central donde un busto de Rosario Castellanos da la bienvenida a los visitantes. También hay un mural que plasma la historia de Comitán y la vida de sus personajes. La biblioteca municipal se trasladó a la casa de la cultura. El acervo se enriqueció con mil ejemplares donados por el gobierno del estado y un año después la cifra se elevó a 6 mil gracias a otras donaciones. Se anunció en radio la apertura de la nueva casa de la cultura pero llegaron tantas personas que el poco personal no fue suficiente y los alumnos eran atendidos por quien se ofreciera a dar clases de lo que fuera: algún idioma, un instrumento, alguna manualidad. El chiste era difundir el conocimiento.


Óscar Bonifaz fue el primer director del centro cultural aunque ni a sueldo llegaba. Así me lo contó él mismo cuando fui a verlo al Teatro de la Ciudad de Comitán, donde ahora él es el director. Me dijo que no importaba mucho que no hubiera paga porque para él era una pasión ver caminar esa Casa de la Cultura, "su hija mayor". Durante los años en que administró este lugar, varios gobernadores del estado aportaron ayuda de diversa índole, pero durante la charla, el poeta recordó especialmente a Manuel Velasco Suárez quien después de impulsar la remodelación del inmueble siguió colaborando: “inclusive hay un piano ahí que él me lo dio porque yo lo pedí y fue motivo de un pleito con las hermanas de él porque fue a sacar el piano de casa de sus hermanas y me lo trajo a mí”.

Hoy, a 33 años, las clases de teatro, pintura y danza continúan y se sumaron los talleres de guitarra, piano, marimba, serigrafía y corte. Estos dos últimos han servido no sólo como medio de expresión, sino como medio de subsistencia, y de eso se eso se trata, dice Yvette Constantino, directora entrante del Centro Cultural de que sirvan de algo. Uno de sus proyectos es instaurar un taller en el que las personas discapacitadas puedan aprender algún oficio.



Cabe destacar que Rosario Castellanos nació en la Ciudad de México pero pasó toda su infancia y adolescencia en Comitán. Su primera novela se titula Balún Canán, como se llamaba antiguamente a Comitán: Balún Canán, que significa nueve estrellas o nueve luceros. Los aztecas le decían Comitlán, lugar de alfareros. Se le conoció también como Comitán de las Flores por la belleza de sus mujeres, y desde 1934 su nombre es Comitán de Domínguez en homenaje a Belisario Domínguez, aquel senador asesinado por órdenes de Victoriano Huerta y en cuya memoria cada año el Senado de la República entrega una medalla que lleva su nombre.

Existen varias razones para conocer Comitán, Chiapas: puede visitar sus museos e iglesias, recorrer sus calles, reposar en el zócalo o simplemente: hospedarse, dejar allí el equipaje, e ir ligero a visitar esas maravillas que son las lagunas de Montebello y la cascada El Chiflón. Aunque debo advertirle que cuando uno se va de Comitán se siente como que falta algo, y ya estando lejos, uno se da cuenta de que esa sensación de estar incompleto, se debe a que en Comitán uno siempre deja el corazón.



Angel Arellano Peralta

Feliz




Si cambiáramos 'la pintura' por 'la Tierra', entonces esta idea tocaría a cualquiera que sienta suyo el mundo. Se puede.

(La imagen muestra el muro de una primaria en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, donde -al parecer- la educación se sale del programa).

Otro destino

La fulgurante intimidad
de una mañana de otoño
y el alejamiento de
los sentidos me tenían
reservado otro destino,
algo que me producía
incertidumbre y extrañeza,
algo que no divisaba
en el horizonte, un
amor opaco, perdido,
cuya estima no sabía
a quién se dirigía
ni a dónde, en qué situación.

Adrián Schleske

Momentos congelados en papel

Por cuestiones económicas y, por qué no, un poco románticas, la mayoría de mis libros, incluso los que más quiero, fueron comprados en lo “usado”, esos puentecillos que puedes encontrar en cualquier calle, me gusta pensar que soy como una especie de heroína que los rescata del abandono. Los pobres, ahí tirados, yacen sobre un pedazo de tela, sucios, polvorientos y tristes, esperando que alguien los levante, les de una hojeada, que reviva esos años de gloria, donde alguna ves formaron parte de una biblioteca.

Yo pertenezco a la clase de personas que no juzgan un libro por la portada de éste (para quien lo dude, le puedo mostrar fotos de los hombres con los que salgo) los empastes de cuero, con letras doradas no significan nada para mí, a final de cuentas, lo que está dentro de esas tapas de cuero, es lo que importa. No quiero decir que no me gustan los libros nuevos, claro que me gustan, pero me agrada entrar, cuando me topo con ellas, a las librerías de viejo, me gusta el olor, me gusta ver pilas y pilas de libros o detenerme a inspeccionar lo que el ropavejero pesco en el día, me siento como niña en una dulcería.

Parte de la magia que estos libros encierran es que son la prueba irrefutable de la existencia de una persona, no sólo porque muestran parte de los sentimientos y formas de pensar del escritor, sino porque esos libros pertenecieron a alguien, formaron parte de su historia, marcaron su vida. Cuando abres estos trozos de doble historia, estos huérfanos, te escupen a la cara, desde la primera hoja, quiénes son y de dónde vienen.

En la primera hoja, generalmente te encuentras con la dedicatoria, es increíble cómo unas cuantas líneas pueden decirnos tanto. En el último libro que compré en la parada del camión que esta afuera del metro Balderas (muy baratos por cierto), al abrirlo me encontré, en la primera página la siguiente dedicatoria "A Michelle con todo mi afecto de José López Freeman, navidad de 1997". En otro de mis libros dice “Con todo mi amor para Laura de su mama". Algunos son más poéticos, escriben algún pensamiento o frase de alguien famoso, pero invariablemente, estas frases congelan un momento, una ocasión especial, eternizan para siempre un cumpleaños, un aniversario o un "feliz, feliz no cumpleaños”.

No dejo de imaginarme múltiples escenarios, una pareja en un café compartiendo besos y abrazos, él saca de su mochila un paquete envuelto con un moño, ella lo abre, es un libro. O una casa decorada con árbol de navidad y toda la cosa, la familia reunida, el tío José llega, dan las 12 campanadas, hora del intercambio, todos se abrazan, al tío le toca regalarle a su sobrina Michelle, los nervios, la desesperación, la duda ¿que será ese paquete que me extiende el tío José?... así me podría seguir una tarde entera conjeturando, dilucidando, ¿quién demonios era ese tal José López Freeman? ¿Quien era o es Michelle? ¿Que relación tenían? ¿Eran amantes? ¿Novios, familia? ¿Se amaban? Tal vez se odiaban y José decidió regalarle un libro mortalmente aburrido en venganza, podría ser, yo lo haría.

Me pregunto ¿cómo un objeto tan íntimo, tan personal, termina en un puesto de lo usado? un libro es un objeto con un significado propio, aun cuando todos leamos el mismo libro, nunca tendrá el mismo significado para mí que para el resto del mundo, si a esto le sumamos el hecho de que fue un obsequio de alguien que en ese momento nos quería, se convierte en algo invaluable.

Quien se atreve a regalarte un libro (claro, que no sea académico) debe conocerte muy bien. Tengo de conocer a mis tres mejores amigos 13, 7 y 6 años y no me atrevería a regalarles uno. Debes conocer a la persona, saber qué le gusta, qué lo mueve, qué lo haría vibrar de emoción, qué lo haría reflexionar, qué lo deja con la boca abierta… en fin, qué es lo que podría causarle una sensación grata.

Qué triste, pues, encontrarme con esos parias de libreros, desterrados de la biblioteca personal, deben extrañarlos o quizás ni siquiera piensen en ellos, quedaron relegados al olvido o puede ser que tanto los pensamientos del autor y los sentimientos del emisor sí hayan significado algo, pero la persona que le daba sentido al libro ya no está en este mundo, entonces a su familia, para quienes esos momentos congelados no tienen valor, les estorban, lo mejor es tirarlos o venderlos.

Así es como van a dar a esos lugares, en busca de una segunda oportunidad, de que alguien los vuelva a leer. Por eso me gustan los libros usados (aparte de que son baratos) por que son parte de mi historia, son parte de mi andar por esta vida, además soy dueña de momentos, de pedazos de vida de personas de otros tiempos, de otros lugares, incluso de otros idiomas.

Cuando envejezca y sienta que la muerte viene tras de mí, quemaré todos y cada uno de mis libros. No quiero morir y dejar huérfanos, contando mi historia, rodando por las calles de esta gran ciudad.
Fabiola Barajas

No disponible

Hoy no estoy disponible.
Para nadie, para nada…
Y no sé si para mí
O quizá un poco más para mí

Hoy no quiero fiesta
Se me paso el carnaval
E iniciaré la cuaresma
Sin antes perderme en la fiesta
Hoy no es un buen día
O tal vez es mejor

Para perderme en mis sueños
De planetas y galaxia
De mundos tal vez mejores.

Hoy quiero una pausa,
Para nada, para todo
Para no quitarme la pijama,
Para no peinarme
Para no pintar mis uñas de rojo carmín
Y convertirlas en lunetas.

Hoy no estoy triste, ni contenta
Sólo estoy.
Esperando que llegué un nuevo día.

Hoy se me fueron las palabras
Y presiento que si ando por las calles
Voy paseado y escabullendo mi soledad
Entre muchas otras

Hoy me quedo guardada
Hoy me ausento, como muchas otras veces
Y espero un nuevo día.

Me pongo a soñar con los ojos despiertos
Donde todos los mundos son posibles.
Para cambiar y convertir:
Guardada, ausente, no disponible.
Esperando que llegue un nuevo día.


Pilar Rincón

Cuando una vez pensé que era malo

¿Te ha pasado alguna vez? Esa sensación de hacer el mal conscientemente cuando ni siquiera posees alguna razón, sólo lo imaginas y ya…

Esa vez iba caminando por un anden de la estación Tacuba; no había mucha gente, era cerca de medio día. En la orilla estaba ella, una señora joven, de tez blanca y orejas pequeñas, con una falda y un suéter encima de varias capas de ropa, llevaba consigo dos grandes bolsas de las cuales ignoro hasta ahora el contenido. De repente pasó por mi mente: y si aventara a esa mujer, una total y perfecta desconocida para mí, hacia las vías, si esperara el momento justo en el que el tren se aproxima para darle impulso a esta persona hasta la muerte…
su semblante se veía cansado, harto, cotidiano.

¿Tendría hijos, un esposo, una madre? Qué es lo que pasaba justo en ese momento por su mente que se le salía por los ojos de tan perdidos. Tal vez moriría al instante con el impacto de la caja naranja, se robarían sus bolsas (probable sustento) y quien la esperara en casa pasaría una noche y quizá días de angustia hasta que se le hiciera saber la defunción.
de ojos café oscuro y con el cabello sujetado a su cabeza por varios pasadores.

Metro inhabilitado de Tacuba a Rosario, acumulación de personas por los pasillos, policías, paramédicos, ratas y cucarachas escondidas en lo profundo de aquel piso subterráneo por todo el movimiento. Imaginaba lo que sería la última expresión de la mujer mientras cae al vacío con una mano estirada hacia la vida.

Me daba miedo pensarlo, no comprendía cómo yo, un chico responsable dentro de los parámetros normales, podía ser capaz de recrearlo todo cínicamente… pero no paraba, no lo evitaba, no dejaba de pensarlo. Cuántos pasos daría para llegar a mi objetivo sin causa, cuánta fuerza tendría que aplicar y de qué forma, qué parte de su cuerpo recibiría mi potencia calculada.
sus uñas eran cortas, tenía una cicatriz en su brazo izquierdo.

Por qué viajaba sola, qué le hacía falta, cómo se vería feliz. Miles de preguntas bombardeaban mi cabeza, como si ya la hiciera parte de mi vida y como si esto y todo lo que implicaba que ella habitara este planeta justo en ese momento, no me importara un comino.

¿Te ha pasado?, ¿lo has sentido?, ¿has imaginado hacer el mal así nada más, porque sí?

Pero yo no soy así, sólo a veces pienso cosas, aunque puedo darme cuenta, desde esta celda húmeda y grisácea, que de vez en vez las suposiciones, la imaginación, deja de serlo.
era de cabello negro.

Porque nunca hablo de política

Es viernes 18 de enero de 2008 y son las 12:30 de la noche…en Informativo 40 comienza una nota: “…han pasado 10 años desde que inicio el escándalo de Clinton-Lewinsky…” ¿cómo olvidar ese desfile de medios? Todos observamos el momento en que la señorita becaria mostró al mundo aquel vestido con ‘los hijos potenciales’ de Hill, pero bueno, ya son 10 años, ya fue, ya llovió, se secó, erosionó y se lo comieron los gusanos. Lo interesante de este maravilloso asunto es el hecho de cómo ha sido manejada la nota; en realidad solo dio pie a un ‘interesantísimo’ (nótese el sarcasmo) dato sobre Playboy y una encuesta que la revista mencionada realizó para saber quiénes eran, a opinión de sus lectores (ATENCIÓN: Lo que sigue ya no tiene sentido, pero si, pasó, lo vi, y lo oí), las mujeres políticas más sexys. Lo de menos es el hecho de que se hiciera (finalmente vivimos en un país donde un diputado de ‘alto kilaje’ posó semidesnudo), lo sorprendente fueron los resultados: ¿Condolezza Rice? ¡Dios!, yo sé que no existen mujeres feas, pero…bueno, esto se vuelve tendencioso y no queremos hacer tendencia.

Finalmente, la situación que aquí me ha causado tanta ‘desagradancia’ al hablar sobre política es ‘¿cómo poder tener una plática seria sobre un tema, que los mismos involucrados se esfuerzan en no mantener, con un nivel de seriedad decente?’. O tal vez es mi error y la política es como los espectáculos: lo importante no es en qué trabaja, sino en qué anda metido… finalmente todos terminamos platicando sobre asuntos del gobierno, burocracia, etc., etc., etc. Lo que nunca podemos dejar de tener en mente es que si uno habla de política, puede estar seguro que el resultado no será agradable porque nunca nadie terminará a gusto, bueno, los políticos sí, ellos serán el centro de atención…Por eso nunca hablo de política.


Oscar Luján

La brisa de octubre

Un noviazgo más, afecto transitorio:
rompimiento. Nunca le diré «perdón»,
jamás lo haré. Tengo ganas de dejarlo
todo atrás; conmover por un instante mi
corazón; enmudecer mis frías notas
musicales; suspirar mientras el pálido
sol ingresa por mi ventana, mientras las
estúpidas emociones que ahora salen
de mi ser se disipan como la brisa
de octubre, siempre templada, indiferente,
nostálgica… Muy pronto será noviembre
y con él vendrán mis nuevas decepciones.


Adrián Schleske

Una noche jamaicana

Domingo, 5 de la tarde en el metro Cuauthémoc, a lo lejos veo a mis amigos y salimos de los andenes; al paso por la avenida Cuauthémoc vemos a unos skins que nos rebasan y sonríen ligeramente porque saben a dónde nos dirigimos; a lo lejos ya vemos la larga fila para entrar a aquel mítico lugar: el Multiforo Alicia.

Rudeboys de traje negro, lentes oscuros y sombrero que asemejan a gangsters de película, y Skinheads de botas obreras, camisas cuadriculadas, tirantes y cabeza rapada es el público que platica y se saluda entre sí mientras espera impacientemente que se abran las puertas del Alicia para poder bailar algo de la vieja música de Jamaica; personas comunes y corrientes pasan a través de nosotros y miran extrañadas aquellos looks tan extravagantes, algunos prefieren bajarse de la banqueta para evitar pasar entre la exótica multitud.

Después de casi una hora de espera, la fila comienza a avanzar. Subimos unas escaleras estrechas y observo por un instante los graffitis de la pared, al llegar a la parte superior se escuchan los acordes de una vieja canción; el Tritón Sound System mezcla algo de Reggae, Ska, Rocksteady, Skinhead Reggae, incluso algo de Soul y R&B que trae en esos añejos acetatos, mientras los Rudos bailan de manera tranquila y medio elegante y los Skins lo hacen de forma más dura, pero sin perder el buen gusto; no existe el slam en este lugar, todos bailan con su pareja sin tocarse, algunos hacen círculos para moverse tranquilamente, incluso unos bailan solos al ritmo de aquella música de los años 50 y 60.

Después de una hora de escuchar canciones clásicas de músicos legendarios como Laurel Aitken, Desmond Dekker, Prince Búster, Skatalites y Clarcy Eccles se suben los músicos de la primera banda: Los 4 Vientos; tras afinar sus instrumentos por unos 15 minutos comienzan a tocar algo que ellos denominan como Sentimental Rocksteady, todos los presentes siguen bailando mientras no dejan de cantar, en ese momento unas Skingirls se paran a un costado de nosotros y voltean a sonreírnos como pidiendo permiso para postrarse en aquel lugar, sin decir nada seguimos bailando.

Todo pasa tan rápido y terminan Los 4 Vientos, Tritón sigue con el Ska de Jamaica en las tornamesas, una de las Skingirls me dice que tocan muy chido Los 4 Vientos, simplemente sonrío y le digo que sí con la cabeza, comenzamos a bailar una canción llamada The Israelites, después de varias canciones le invito una cerveza, me apresuro a llegar a la barra para comprar un par de Victorias frías que tanta falta hacen, llego con ella y sigue bailando a ritmo del Skinhead Reggae, en ese momento la segunda banda comienza a subir al escenario: Brixton Sounds.

La Brixton empieza con una canción clásica con la que al primer acorde todos gritan: Quizás, Quizás, Quizás. Alrededor de una hora de fabulosas interpretaciones de la Brixton es suficiente para que el lugar se convierta en un sauna, algunos Rudeboys se quitan los Sacos y dejan ver su camisa blanca, su delgada corbata negra y los ya clásicos tirantes. Tras gritos y aplausos termina Brixton Sounds, el público sencillamente está extasiado por esas canciones de buen ska tradicional, le comento a la chica skin que nunca había visto a esta banda de Oaxaca y compartimos la experiencia, platicamos de las canciones que interpretaron, ya sin bailar. El cansancio y el calor provocan estragos.

Mis amigos y yo vamos por otras cervezas para apaciguar el calor y la sed, de nuevo le entrego una a ella y me sonríe, seguimos platicando por unos minutos más en lo que la banda que cierra el evento se prepara ya: Jamaica 69. Todos los presentes están atentos del inicio de esta banda de Matehuala que ya creíamos extinta. Por fin inicia y la euforia regresa, por un momento todos cantan sin bailar siquiera, pero poco a poco comienzan a moverse sin dejar de cantar un solo tema, pasan canciones como Rudegirl, Kingston Caribe, Sexy Reggae y Se Acabó el Amor; la emoción de todos se nota al verlos bailar sin importar la temperatura del Alicia. Finalmente se despide Jamaica 69 no sin antes prometer su regreso próximo, mis amigos, las skingirls y yo nos enfilamos para salir del lugar, todos totalmente felices y aún con la euforia de aquel concierto que pocas veces se repetirá.

Bajamos las escaleras y nos entregan unas propagandas de otros conciertos de ska y de otros géneros, algunos Skins y Rudies intercambian fanzines, otros ofrecen discos que venden o cambian, algunos CD’s originales y piratas e incluso algunos acetatos de colección; nosotros seguimos caminando por la fría calle y platicamos sobre las bandas, nos perdemos cada uno en la calle, en la urbe, la urbe que no sabe que existimos.

Oktavio Rudeboy

Cuando sobrevuelen los amores o los buitres, diles que no me maten


Basta morir como una lámpara desde la madrugada,
como el rescoldo de una brisa tersa;
para morir, para suministrarnos
la mano venidera del olvido;
basta decirle no al día de mañana,
basta ensayar los labios en un rumor de cera,
basta beber un vaso de agua
donde yazga el recuerdo de un ahogado
José Carlos Becerra


Le dije a Consuelo: si te digo que te amo, no miento; si te digo que amo a Mónica, tampoco. Amores en distinta frecuencia e identidad, en tiempo, de aprendizaje y búsqueda en ellas, de mí en ellas, de intensidades las de siempre, hasta el confín del rubicundo éxtasis. ¿Se puede amar de otra manera cuando Sabina nos alecciona con eso de que amores que matan nunca mueren? Abarco todo el dolor que puedo y me hundo por la pérdida de ambas, una, decidida por romper un matrimonio ejemplar, por mi ansiedad de salir a vivir y a experimentar, fascinado por el brillo insólito de una niñez postergada hasta los 28 años; la otra, por el cúmulo de emociones entretejidas que culminaron en un Frankenstein o en un Mister Hyde que devoraron al Doctor Virgilio que los creó. Me invadió el celo y las ansias de posesión ajenas a mi personalidad despreocupada, segura, de carcajada múltiple, con ruta en la escritura, en la simpatía incólume y en la fortaleza de mi arrogancia sin par que bien conocen mis amigos cercanos. Caída libre. Ni siquiera utilicé las escaleras o el elevador. Amanecí dos veces en Guadalajara, abrasado por la crisis más severa de alcoholismo, acompañado de temores y miedos, de vacío, de soledad absoluta, de prontuarios repletos de recuerdos, frases sueltas, olores incrustados en mi lujuria que no desaparece nunca, promesas, calles recorridas, viajes, fotografías, de manos en mi mano o en mi mejilla, de caricias evanescentes, sonrisas de mi hijo, gatos bebiendo leche, planes, expectativas, sueños guajiros de futuro emparentado con la certeza. El derrumbe. La factura con acumulación de ceros y yo sin trabajo sin dinero sin fortaleza para presentar currículums. Ambas con sonrisas tiernas y a veces lastimeras me tienden la mano, me llaman, se preocupan por mí, ¿cómo estás, cómo sigues? Se los agradezco. Admiro su potencial solidario a toda prueba mientras supongo que me suprimen de su vida, extirpan el virus de infierno cancerígeno y me archivan en algún cajón del clóset, ojala sea el de su ropa interior, al menos. A Consuelo se le aproximó un incipiente vuelo de dicha, una corriente tenue de libertad en las palabras de otro hombre, en las sonrisas que le provoca, en la compañía cotidiana que comenzó a mutar su desamparo en aliciente, en descubrimiento personal por sensaciones en extravío, ocultas o quizá nunca exploradas por mis inquietudes ambulantes y viajeras en trece años de complicidad con ella, le están tocando el corazón y no es mi mano la que lo atraviesa. Eso me hace feliz. Se ve radiante, hermosa. Quizá sólo me duele el ego, no estoy en la postura de hacer comparaciones ni ejercer dictámenes sobre lo que ella necesita. No soy yo, cierto, pero que no olvide que la lealtad está por encima de cualquier signatura amorosa, que el compañerismo debe ser la vertiente paradisíaca del encuentro con la vida del otro, en pocas palabras, que no me mate, pero que no me busque en los brazos que se abren para ella, que vaya sola, que se deje ir, fluir, que avise que para enamorarla no se necesitan abismos sino compañía, extensas charlas, música, noches de volcán que permanece contenido y por qué no, buena cocina. A Mónica le comenzarán a sobrevolar los buitres, los de siempre o nuevos, los incrédulos de mi proximidad con ella, los que se reían por considerar que una princesa no hace culto del dragón o de la bestia. A ellos, les aviso yo, por si les interesa, que para enamorarla se necesitan charlas vivas de transparencia sistémica, noches de barra en el bar con agua de por medio, que su intensidad no está en colmarla de cerveza o de Havana Club, sino en tomar su mano y asistirla con ternura, en musitarle certidumbres en el oído y bañarle el cuerpo con poesía delirante, cuidarla, caminar junto a ella sin invadir su fragmento de acera, besarla con mucha técnica y pasión, administrarle dosis de locura libidinosa de vez en cuando, demostrarle solidaridad antes que soltar un te quiero o un te amo, no se las cree a la primera, invadirle el corazón con cartas abismales donde se note que el escritor de verdad se puso la pistola en la cabeza, mirarla, contemplarla, perderse en sus ojos, enseñarla a bailar salsa o abrazarla simplemente mientras duerme, extasiada por la pulcritud de un bolero sustentado en el quizás, quizás, quizás… Se necesita ánimo y carcajadas henchidas, dejarla sola mientras piensa y con paciencia curarle las heridas, los ante vuelos, las desdichas. Justificar que frente a ella existe una pareja y no sólo un café de tres horas, una función de cine o una salida a la discoteca. Se necesita más que eso, más que unas flores en mitad de la calle o un disco de canciones que relatan sobre nuestros callos por las andanzas en la vida. Que se necesita valor para tomar ansiolíticos y pedir otra oportunidad. Ahora saben, ahora intenten. Cuando llegue el amor de veras para ti, Consuelo, cuando sobrevuelen los buitres sobre tu cabeza, Mónica, a ambas les pido que no me maten, si de por sí ya estoy hundido frente a este monitor de la computadora, su olvido sería el peor fracaso para las noches de soberano infierno, donde habito. Besos.

Antonio Monter Rodríguez

Tres a-eme

Por qué durante la noche todo sentimiento se intensifica
Por qué el dolor crece, por qué el deseo se hace grande
A estas horas de la madrugada, sólo a éstas, me atrevo a decir te amo, mi boca se abre para reclamar lo injusto, encuentro un verdadero refugio en Dios, la esperanza se hace tangible, las respuestas inmediatas y la pena, la pena también duele más.

La pregunta entonces se rehace: porqué sólo en la noche
Por qué cuando empieza el día y sigue transcurriendo
mi corazón y lo que en él habita disminuye.
Por qué el temor, la indiferencia lo sustituye todo
Por que se vuelve patrañas lo alcanzado
Por qué en el olvido, por qué en el vacío
Por qué sólo la sensación de que algo pasa y el dolor permanecen
Por qué mi cabeza se aferra a retener todo esto que ahora mismo gira en ella
Y el esfuerzo provoca fuertes e insoportables punzadas en mi sien izquierda…
Ya amaneció