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Maravillosa transición

Por primera vez te encuentras totalmente vulnerable, frágil.
Tu cuerpo en manos de la que te ha esperado desde tu primer latir,
negra como la imaginabas, pero más fuerte que la energía que te arranca
lava tu piel para extirpar la verdadera suciedad,
(esa que sólo puede impregnarse en esta tierra)
irónicamente con lo que dice representar la vida y la pureza,
tus poros ya no reaccionan al ser explorados por ese líquido
y tus espacios aceptan resignadamente la invasión del algodón.

Aunque falta ya muy poco,
todavía queda alguien cerca,
ese intermediario que enjuga sus manos con tu llanto imposible
y llama a tu vida para derramarla,
que vestido de blanco mancha sus ropas para entregarte perfecto
como nunca lo has sido
que toca tu fin con el látex de sus guantes inertes, como tú.
Y que te abraza con vendas para darte un poco de calor fingido.

El ritual terminado une lo blanco y lo negro, lo terreno y lo abstracto. Eterna dualidad que genera y regenera.
Temiste siempre,
temiste a todo y a todos, incluso a ti
ahora ni siquiera eso te esta permitido,
pero si en una de esas inexplicables situaciones
yo fuera la vestida de blanco
acercaría mis labios a los tuyos y diría:

No tengas miedo, solo vas a morir…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Leo y releo este poema y no termina mi fascinación. Gracias por todo lo que regalas a través de èl.

Verónica Gsm dijo...

Las palabras que hacen que un lector pueda ponerse en contexto, visualizar claramente la escena de la que se habla, son aquellas que erizan la piel y por ende, invaluables. Ojalá que llegado el momento, los de blanco fueran como tu, amiga!. Gracias!