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ROSARIO CASTELLANOS, el hubiera que sí existe

El día ha transcurrido lentamente esta vez, pero la hora se acerca, sé muy bien que será difícil y en mí se enfrentan todas las emociones que llevo siempre, aunque dormidas. Los nervios contra el anhelo de años de que esto sucediera, y ahora que es real sólo quiero hacerlo correctamente, aprovecharlo, dar lo mejor de mí como mujer, como periodista, como mexicana…es impresionante la admiración que le tengo a esta mujer, no sólo por su trabajo valiosísimo en muchos aspectos, sino por la persona completa, la que ha creado un mundo en el que cabemos todos, la que con sus obras ha dejado algo mucho más grande que la tinta sobre el papel.

Ya voy en camino. Mi destino: una cafetería un tanto bohemia ubicada cerca de la plazuela central de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas. Esta noche tengo una fiesta en el estómago, estoy tan feliz que me gustaría que todos lo supieran, que notaran que por fin lo logré, que lo conseguí, conseguí entrevistar a Rosario Castellanos…

Ya estoy en el lugar, aun falta media hora para que ella llegue, así que aprovecho para prepararme, elijo la mesa para cuatro personas al fondo donde llega ese exquisito olor a café de grano, reviso las pilas de mi grabadora, la libreta, la pluma, las preguntas, todo está listo. Faltan unos cuantos minutos, me consuela saber que Rosario acostumbra ser puntual y una vez más estoy tambaleando los dedos sobre el mantel azul.

El sonido de un trueno regresa mi mente a la cafetería y cuando vuelvo la mirada hacia la puerta, ahí está, con una gabardina gris, su pelo corto, su mirada que invita a sonreírle, más sencilla de lo que esperaba, pero nunca una mujer común.

"Yo soy una señora... Más o menos fea, depende de la mano que aplica el maquillaje”.

Nunca antes tuve la oportunidad de presentarme ante ella, así que obviamente aprovecho la ocasión. Es un poco extraño, he olvidado mi nerviosismo, ahora siento como si estuviera con mi tía o con una gran amiga que conocí en la universidad; todo provocado por ese carisma que la caracteriza, su humildad, sus ojos sinceros, su voz un poco rasposa, y su asombrosa capacidad de pronunciar siempre las palabras adecuadas me invitan a tomar un café mientras ella opta por una taza de espumoso chocolate. El ambiente me dice que tendré una agradable y, espero, larga charla…

-Al ver a los niños indígenas que vivían cerca de mi casa convertidos en unos hombres, volver a sentir esa solidaridad y compromiso con ellos porque sigo sintiendo rabia al ver como este México globalizado y capitalista se empeña en olvidar nuestras raíces, nuestro origen, la base de lo que somos y de nuestra cultura. Guerrillas, descuido en el campo, falta de educación de los pueblos indígenas y, el problema que considero más grave: la falta de valoración de sus tradiciones, costumbres, lengua, ideología, en fin, todo lo que los convierte en la esencia de nuestra patria. Por ello, me reconforta mucho estar cerca de mi pueblo, nuestro pueblo porque sé que no me quedaré con las manos cruzadas, poco o mucho, pero voy a hacer algo como siempre lo he hecho, y si éste fuera el momento de mi muerte, estaría satisfecha porque sabe Dios que hice mi parte, con mi pluma y con mi voz, en pro de la especie humana. Sí, merezco una primavera. No le debo nada a nadie…

Al referirte a la especie humana, te has enfocado en grupos específicos, uno de ellos es el conformado por las mujeres y el feminismo en México ¿Cómo reflejas esto en tus obras literarias y qué buscas con ello?

-En mis ensayos y poesías reflejo la situación de muchas mujeres, y algo que yo llamo la doble condición: ser mujer y mexicana. A simple vista esto no parece ser un problema, pero la mujer en México ha sido educada para hacer feliz y no para ser feliz; ella misma adopta actitudes que la humillan, la desvalorizan y la limitan, aunque al mismo tiempo, una fuerza interna les grita sus esperanzas más profundas que sólo desean manifestarse, de este modo se integran a un juego eterno donde los participantes son la aceptación y la resistencia. Cuando me refiero al feminismo como tal, intento transmitir una idea de equidad y complemento entre hombre y mujer , concienciar a las mexicanas y resaltar su parte creativa, humana, femenina, crítica y sensible; pero el reto es lograr que lo entiendan, lo crean y desde esa perspectiva lo apliquen en su vida y encuentren su lugar en el mundo como lo que son, no más, no menos que los hombres, simplemente diferentes…Quiero plasmar en una hoja de papel el ser y el sentir de las mujeres, sin embargo, para escribir como una mujer es preciso olvidar que se es mujer….

Indudablemente, tus obras nos dejan y han dejado un sello e ideología muy especial. ¿A ti qué obra te ha hecho sentir esa magia de la conexión palabra-emoción-pensamiento?

-*Muerte sin fin*, de José Gorostiza me produjo una conmoción de la que no me he repuesto nunca, es mas, bajo su estímulo inmediato, aunque como influjo no se note, escribí en una semana *Trayectoria del polvo* que intenta ser una especie de resumen de mis conocimientos sobre la vida, sobre mí misma y sobre los demás. Supuse que la mejor manera de expresarme era el poema largo, de gran aliento, aunque yo no lo tuviera. De aquel poemario es la frase "Hoy es en mí la muerte muy pequeña y grande la esperanza”

¿Cómo concibes a la muerte?

-Muertos estamos todos aunque respiremos y nuestro corazón lata fuerte. Cada vez que algo nos apasiona, nos llena y logra provocar en nosotros el sentimiento más profundo, real e incomprensible, que es el amor, nos hace vulnerables y entonces, de repente tenemos miedo, ignoramos por qué, pero ahí está, tal vez sea miedo a ser feliz o a conocer una parte nuestra que ni siquiera sabíamos que pudiéramos desarrollar, entonces simplemente nos alejamos, todo lo conflictuamos, discutimos, lo negamos, en una palabra: matamos, matamos lo que amamos y damos vida sólo a lo que odiamos.

En cuanto a la muerte física, siempre he creído que existe un mundo mejor que este, donde cabemos todos, así que pienso, quizá muy inocentemente, que todos llegaremos a esa vida donde la palabra y el pensamiento serán más grandes, fuertes y poderosos que cualquier arma, desigualdad, racismo o bomba atómica….

¿Consideras a la guerra y a la violencia los móviles de la creciente destrucción de la vida y el mundo?

-Antes de la guerra y la violencia existe algo más: el odio; como te mencionaba, el hombre tiene el instinto de desarrollar a gran escala su odio, es lo que paradójicamente lo mantiene vivo, lo obliga a pensar, a conocer, a planear, lo transforma en una máquina de destrucción en busca de poder a costa de lo que sea. Definitivamente este es el mal del mundo, cuando aprendamos a amar, a disfrutar, a sonreír y nos demos cuenta de que todos somos iguales, entonces el mundo dará más vueltas, pero para festejar (risas).

En mi mente vuelan decenas de preguntas, de dudas, pero sin sentirme aun preparada por no tener una pregunta bien estructurada, de mi boca sale una palabra: Soledad

Para mi sorpresa, el rostro de Rosario se endurece, sus ojos se entrecierran mirando la ventana al fondo del corredor mientras sus manos juguetean con la taza, algunos segundos de silencio me hacen sentir una culpa aunque, en realidad no entiendo lo que provoca esa palabra que pronuncié espontáneamente, entonces ella decide explicarme sus razones.

-Es un poco cómico, pero esta vez responderé a tu pregunta y a otra que no me has hecho: ¿Por qué y para qué escribo? Es obvio. Escribo porque yo, un día, adolescente, me incliné ante un espejo y no había nadie. ¿Te das cuenta? El vacío. La soledad….

Después de darme la contestación más corta y rápida de toda la plática, y dejándome verdaderamente sorprendida de la claridad y precisión de sus palabras, ella se levanta, me mira cordialmente como agradeciendo que mis oídos la escucharan esta noche, extiende su mano sobre mi hombro causándome una sensación de absoluta tranquilidad, paz y alegría, se conduce a la puerta del lugar y, antes de que mi cuerpo y mente decidan reaccionar, ella se marcha.

Mi entrevista resultó aportar más de lo que esperaba, miro mi libreta y está en blanco, mi pluma cayó accidentalmente al piso sin darme cuenta y mi grabadora, tal vez no la necesite nunca ya que más que una entrevista de labor periodístico, fue la charla más agradable y enriquecedora que he tenido.

Ya pasaron dos años después de esa ocasión mágica, ahora sentada en el sillón de la sala hojeo el periódico, y tristemente mis ojos leen: Víctima de una descarga eléctrica, la gran escritora mexicana Rosario Castellanos murió…

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